Belenes bíblicos o hebreos, con paisajes y personajes realistas propios del momento histórico del nacimiento de Jesús; belenes modernos, con materiales e inspiración artística contemporánea o belenes napolitanos, de gran riqueza escénica, con figuras lujosamente vestidas representadas en espacios espectaculares. Por más que para los profanos en la materia montar un belén sea un acto familiar sencillo que, con más o menos empeño, se lleva a cabo cada año en casa para cumplir con la costumbre, el belenismo es todo un arte cultivado desde que San Francisco de Asís en 1123 decidió recrear la escena del Nacimiento en una cueva de Greccio.

En Córdoba, que sigue el rastro de ciudades punteras en la materia como Jerez de la Frontera, la Asociación de Belenistas cultiva esta tradición basada en la creatividad, el mimo y la visión arquitectónica. El hermano Juan de Dios ha sido el encargado este año de montar el belén en el hospital que lleva su nombre. A sus 85 años, este onubense, de Aracena, lleva más de 40 encargándose de esta labor en centros de todo el mundo. «Cuando entré en la orden, el belén era una forma de atraer a la gente a conocer nuestra casa», ha explicado, «y una forma de compartir la Navidad con los niños con poliomielitis que vivían en nuestros centros». Aficionado desde niño, por influencia de su madre, el hermano Juan de Dios ha montado belenes en El Vaticano, en África, en Canarias y en distintos puntos de Andalucía. «Me gusta el estilo clásico, las figuras antiguas de Olot (Tarragona) y las de José Luis Mayo, que son muy expresivas». La percepción intuitiva del espacio y la arquitectura es algo que comparten todos los belenistas, a los que no les han hecho falta estudios técnicos para concebir perspectivas en sus diseños. «Yo no me considero belenista, sino albañil», sentencia el hermano Juan de Dios, que este año ha creado con la única ayuda del jefe de mantenimiento para la iluminación, un belén de 4,5x4 metros con construcciones medievales y edificios de piedra realizados en poliespán labrado, escayola y pintura.

Rafael Herrero es uno de los belenistas más conocidos de Córdoba, después de 23 años de dedicación. «La preparación y montaje del belén es un periodo ilusionante para un belenista», asegura. Este año, su misión ha sido crear por segundo año consecutivo el de la hermandad de la Sangre, en solitario. Aunque en sus inicios se aficionó a las figuras de Puente Tocinos, en Murcia, cambió el tercio y ahora emplea figuras de Mayo. «Yo diseño el belén en abril y a partir de ahí empiezo la fabricación de las edificaciones y escenas», explica Herrero, que se inspira habitualmente «en bibliografía de la época, pasajes del evangelio y en películas con el fin de ser lo más realista posible». Aunque ha hecho algún curso, su aprendizaje autodidacta le ha hecho valedor de numerosos premios «en los años en que concursaba con mi belén particular en casa y desde hace unos años, con el montaje de instituciones». Es habitual reutilizar o revisar casas o piezas construidas en años previos, pero «este año, todo es nuevo».

Antonio Chacón se declara «belenista accidental». Empleado en la Colegiata de San Hipólito, hace una década empezó a implicarse para ayudar y desde hace seis o siete años se encarga de montarlo él solo. En su belén, combina piezas de Mayo con otras de los jóvenes escultores sevillanos José Ángel Criado y Moisés Halcón, «con detalles más trabajados y realistas», explica. Lo que sabe de belenes lo ha aprendido observando, probando e investigando en internet con tutoriales. El año pasado, su belén, uno de los más grandes (18 metros cuadrados) y también de los más visitados por el lugar en el que se encuentra, ganó el tercer premio. Abierto al público desde la semana pasada, según el autor, todo es nuevo pero «lo más significativo es el templo egipcio de la escena de la huida y el toque curioso, un diorama pequeño con figuras de madera elaboradas en palo santo procedente de la Selva paraguaya y fabricado por indios guaraníes (el año pasado, su extra fue un belén de Playmobil que fue la delicia de los pequeños).

Aunque son menos, las mujeres también están presentes en el panorama belenístico cordobés con representantes como Purificación Morales, encargada de construir el belén de la iglesia de Santa Victoria en El Naranjo. Enfermera de profesión, tiene un talento especial para concebir estos montajes y sus belenes llevan tres años seguidos ganando el segundo premio de su categoría. Interesada en este arte desde pequeña, ha forjado su propio estilo «mirando muchas fotografías, observando los detalles de la arquitectura, visitando otros belenes...». Este año, su propuesta es más pequeña, con un arco en lugar de dos, pero mantiene el afán de incluir el mayor número de escenas: «La Anunciación a María, la Sagrada Familia, Anunciación a los Pastores, Posada, Huida a Egipto, Adoración de los Reyes...» El objetivo, «que el párroco pueda explicar en la catequesis los misterios a través del belén».

En su caso, nada más acaba el mes de enero, empieza a pensar el belén del año próximo, robando siempre tiempo a otras cosas para dedicarlo a su pasión. «Falta relevo generacional, es cierto que los jubilados tienen más tiempo libre y por eso hay más belenistas mayores, pero hay que animar a los jóvenes a participar».