«De aquí a unos años, casi no habrá atracos físicos mientras los delitos por internet se multiplicarán, ya está pasando». Es la estampa que dibuja el inspector delegado de Participación Ciudadana de la Policía Nacional en Córdoba, Antonio Valdivia, que alerta de cómo está cambiando la tendencia en todo el mundo y cómo esto afectará a las formas de investigación policial, que estarán mucho más enfocadas a perseguir a delincuentes con pantuflas, sentados cómodamente tras un ordenador, que a patrullar las calles en busca de atracadores de bancos. Si la impunidad es mucho mayor y el botín a recaudar más importante, ¿para qué salir de casa?

En el Día de la Seguridad en Internet, celebrado ayer, conviene recordar que la revolución digital ha cambiado el modus operandi de los delincuentes haciendo proliferar una extensa gama de estafas, a la que cada día se añade una más sofisticada. De momento, entre las más comunes, según Valdivia, hay una decena. Las cartas nigerianas, el chantaje del porno, las falsas ofertas de empleo, las compras online en páginas falsas («hay que tener mucho cuidado con las compras que se realizan en internet», recalca), las donaciones de caridad a oenegés falsas o enfermedades que no existen y las estafas sentimentales. Estas últimas, en las que «las mujeres suelen caer más», según la experiencia de Valdivia, se realizan a través de páginas de relaciones en las que el estafador, tras establecer un supuesto contacto amoroso, convence a la víctima para que le dé dinero para una supuesta inversión o contra una enfermedad. El chantaje porno se produce cuando se hace creer a la víctima que ha sido grabada viendo porno y se le pide dinero para evitar la difusión de las imágenes.

Los mecanismos que se emplean para canalizar estas estafas, todos con nombres ingleses, son variados. Destaca el carding, que supone el uso no autorizado de tarjetas de crédito, el phising, con el que averiguan datos bancarios y contraseñas de otra persona, el pharming, que permite al redirigir una web hacia otra fraudulenta, o el spamming o envío masivo de correos electrónicos con ofertas supuestamente «irresistibles». También es común el uso del smishing o llamadas telefónicas que incitan al interlocutor a llamar a números con un coste muy elevado para obtener un regalo superatractivo.

Sentido común

La Policía Nacional recomienda hacer uso del sentido común como fórmula de prevención contra las estafas. Para empezar, «nadie da duros a peseta y en internet, detrás de un chollo suele haber una estafa», destaca Valdivia, que recuerda también que «no todo lo que ocurre en internet es real ni todas las personas son quienes dicen que son, hay mucha suplantación de identidad». Para evitar ser víctima de fraudes, es importante «desconfiar de premios, loterías o herencias, sobre todo cuando uno no ha jugado ni conoce de nada a quien ha muerto» y recordar que «ni la Policía, ni la Agencia Tributaria, ni la Seguridad Social, ni los bancos, ni Correos solicitan datos privados ni cuentas bancarias ni claves por internet o teléfono».

Para proteger las cuentas, también insisten en la importancia de contar con mecanismos de protección en los equipos informáticos y evitar el uso de wifis abiertas para realizar transacciones que implique el uso de datos privados. Si el daño está hecho, cuando uno confirma o sospecha haber sido víctima de una estafa, «hay que recopilar todos los datos (web, mensajes, facturas, justificantes...) y denunciar siempre, porque solo en ese caso habrá posibilidad de recuperar lo que se ha perdido y poner en la pista a la Policía sobre un delito», señala el inspector, que asegura que «por más evidentes que sean las estafas, siempre hay alguien que pica», ya que, gracias a las nuevas tecnologías, «se realizan envíos masivos de mensajes fraudulentos a miles de personas».