No es por jugar a las palabras que, como saben, es lo único que me queda, aparte de contar estrellas, aunque a veces hay más en el suelo que en el cielo. Lo cierto es que cuando aparece Belén Esteban se saltan las redes de las audiencias. Y sí, hay mucha Córdoba en esa historia que acaba de suceder. Les digo por qué ahora mismo. Lo primero, porque desciende de cordobeses, como ella misma ha dicho alguna que otra vez. Tanto es así que hay algún momento en su vida en que se ha refugiado en esta tierra nuestra. Y es cuando yo tuve aquel titular a punto de «Cuando la Sierra Morena se convierta en sierra rubia».

Precisamente por ella. Más de Córdoba, aunque no me atrevo a decirlo, porque está sin confirmar por mi parte, que de niña era de pelo oscuro. También así está muy popular, muy del pueblo llano, por eso he escrito un post en ¡Hola! y para todo el mundo, donde le he dicho que se merece la portada de ¡Hola! En fin, que hay más Córdoba todavía. Que sepan ustedes que la finca donde se casó fue en su día donde descansaba, a veces, a la puerta de Madrid, el que fue califa cordobés por excelencia, que se llamó Abderramán III, el de Medina Azahara, ahora de nuevo de actualidad aunque sea dolorosa.

Eso sí, contarles que, según he podido comprobar en la carta de sabores, de primero salmorejo cordobés, claro, y de aperitivo jamón, que por lo que he podido averiguar era también de los nuestros… En fin, que Córdoba en todos sitios, en todas partes, que me alegro tanto de que el nuevo alcalde de Granada sea cordobés de nacimiento, que se llama Luis Salvador, y que creo que en su día se vino muy niño a Granada, tuvo un carmen, creo, en el Albaicín, al que llamó Almanzor, que también es un héroe tan nuestro.

Por eso me alegro tanto de que le hayan dado y entregado el Pozo de Plata de García Lorca, a nuestrísimo Antonio Ramos Espejo, gran periodista que en su día fue director de este periódico, y que fue el que me concedió el honor de empezar a escribir este perol, en el que llevamos ya, contando con su venia siempre, no sé cuantos años, tal vez un cuarto de siglo.

No quiero que se me quede en la palabra guardada que he hablado con Toñi Moreno, que ha contado que está embarazada no sé si de siete meses. ¡Y yo sin saberlo! Ni mucha gente de España. «Es que tenía no sabes cuanta gana de tenerlo, he acudido a la ayuda formidable de ‘aunque sea de otra forma yo quiero llevarlo dentro’ y así va a ser, si Dios quiere ya mismo…»

Estaba rabiosa de contenta y se le notaba en la risa, ya como una risa de madre inmediata. Gracias por esa buenísima noticia. Cuenta con mi regalo. ¡Qué bien suena lo de mamá cuando se lleva ya al fruto dentro!

Y más que contar, que Rosalía, que nos costó tanto trabajo traerla a Córdoba, por donde le preguntan, ya sea en el lejano mundo de Oriente, cuenta siempre lo mismo, con asombro y con respeto: «Es que hay muchas córdobas en el mundo, pero como la nuestra ninguna. Allí se sabe del cante. ¡Qué gente tan cariñosa!» Eso me dicen que ha dicho el otro día, no sé dónde. Gracias, niña.

Y continúo con lo que nos importa siempre. La salud, ya saben. Así que suena el teléfono y me cuentan al oído, que es donde a veces se dicen las grandes cosas que nos alegran el cuerpo, que María Jiménez se encuentra mucho mejor y que ya le han dado el alta. Y es que es la María más grande y sé que las ha pasado putas.

Permítanme la palabra pero es que es la palabra del pueblo que, aunque dura, me gusta tanto. Y más sabiendo que lo está haciendo admirablemente y en un puesto tan importante nuestro Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, que ha dado vida y aire a la añeja institución, y ha abierto las ventanas que hay entre tanto libro de ayer, hoy y, según sus ideas, de mañana…

Y darles cuenta de que apareció Pepe Navarro, el cordobés, en silencio, en un acto benéfico organizado por Isabel Gemio. Me gustaría oírle, sentirle, a ver si en la nueva televisión tiene y quiere sitio. Es de los inmortales, aunque él quiera seguir en silencio al sol de las Pitiusas, que al fin y al cabo es el nuestro, que no hay más que ver ya la lista de las torres de arena que nos esperan, en el verano, que ya mañana es 1 de julio.

Y Córdoba aguanta, podría decirse, con lo que está cayendo en los cuerpos, yo ya uso un abanico con un paisaje de Córdoba vista desde el otro lado del río. Vale y termino. Que se nos casa ya mismo Chenoa. Me alegro no saben cuánto. Misteriosa, que gusta mucho verla, y que si no ha estado en Córdoba, pues que vaya pero ya, en el viaje de novios, que como siempre, y con todos, Córdoba la recibirá con los brazos abiertos, aunque uno de ellos tenga el abanico en la mano.