La galería oriental del Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral se convirtió en la mañana de ayer en un improvisado estudio fotográfico del siglo XIX, eso sí, con los materiales del XXI y los conocimientos del fotógrafo madrileño Juan Pedro Revuelta, especialista en procesos fotográficos antiguos, que ayer quiso celebrar, en el marco de la Bienal de Fotografía, el 175º aniversario de la primera imagen tomada en Córdoba, en 1844, con la realización de un daguerrotipo, la misma técnica y primera de la historia, utilizada entonces. Fue J. Albors el autor que, en esa fecha, realizó la primera fotografía de la que se tiene constancia en la ciudad, por desgracia, desaparecida: un daguerrotipo de la Mezquita-Catedral. Ahora se ha querido evocar esta técnica y esta efeméride realizando una imagen única sobre una plancha de metal galvanizada con una lámina de plata en el mismo encuadre.

Y fueron muchos los ciudadanos que, de visita al monumento más importante de la ciudad, se acercaron con curiosidad a la instalación de Revuelta. «El daguerrotipo es un proceso fotográfico muy complejo; hay muy pocos fotógrafos hoy en día que sean capaces de realizarlo», indicó el fotoperiodista Antonio Jesús González, comisario de la actividad, que explicó que se trata de «una pieza única, no se pueden sacar copias». Por otra parte, «la imagen está invertida, la torre está al lado contrario porque no se produce el proceso de inversión de cuando tienes un negativo y un positivo».

Pero, para Revuelta, este proceso es mucho más. «La fotografía antigua te enseña a ser humilde», reconoció el fotógrafo, que explicó que «cuando crees que conoces esta técnica, siempre te llevas una sorpresa, ya que es tan sensible que cualquier cosa puede afectarle, desde la humedad o la temperatura hasta la estación del año». Por otro lado, el protocolo de trabajo es tan pausado que «cuando llevas mucho tiempo haciéndolo, da la sensación de que te vas convirtiendo en un hombre del siglo XIX, y eso es tremendamente bonito».

Dicen los daguerrotipistas que el premio está en el proceso, en hacerlo, no en el resultado. Para Revuelta, como fotógrafo, hacer un daguerrotipo es «como escalar un K2 de ochomiles, y la satisfacción interior es el trabajo bien hecho». Respecto a esta iniciativa de la Bienal de Fotografía, el experto señaló que le parece «fantástica» porque, reconoció, el daguerrotipo es «la trufa blanca de la fotografía y realizarlo es tremendamente espiritual». La realización de un daguerrotipo puede llevar mucho tiempo, hasta una semana, según señalaron ambos profesionales, que aseguraron al unísono que «muy pocos daguerrotipistas hacían fotos en exteriores, precisamente, por la complejidad de la técnica». De hecho, en España se conservan no mas de una docena de vistas, de imágenes que no sean personas, «porque montar este tinglado en la calle era muy complicado hace 175 años».

Tras finalizar el trabajo, que ha sido posible gracias a la colaboración del Cabildo Catedralicio, el daguerrotipo se le entregó a la ciudad y será custodiado y difundido por el Archivo Municipal. La fecha de invención de la fotografía se data en 1839, aunque, según señaló González, desde 1834 ya se hacían las primeras pruebas experimentales. No es hasta finales de la década de 1850 cuando las técnicas más modernas, con los negativos de cristal, comienzan a dejar en desuso el daguerrotipo, que diez años más tarde había desaparecido.