Ángels Barceló (Barcelona, 1963), presentadora y directora de Hoy por hoy, el matutino de Cadena SER, hará mañana el programa en directo desde el Centro de Recepción de Visitantes en Córdoba, una emisión en la que el aceite y la aceituna serán protagonistas.

-Decía hoy (por ayer) en su programa que está a favor de los cambios. ¿Estamos cambiando como sociedad?

-A veces tengo la sensación de que como sociedad estamos cambiando para mal. Percibo cierta involución en algunos temas que creía que, si no estaban superados, estaban en fase de superación. Me refiero a la igualdad, al trato con los migrantes y otras cuestiones. Me estás entrevistando precisamente en un momento en el que se acaba de plantear una moción de censura por parte de la ultraderecha y creo que tiene mucho que ver la involución como sociedad con la evolución de esta en las instituciones y la influencia que está teniendo en ciertos gobiernos autonómicos como el de Madrid, Andalucía o Murcia. Esto se suma al papel del Partido Popular, que no se aleja de Vox sino que cada vez se asemeja más.

-En este sentido, muchos compañeros han alabado el discurso de Mujica en su despedida en el Senado uruguayo en el que rechazaba el odio. ¿Cree que hay demasiado en la política?

-No sé si la palabra es odio. Hay confrontación y crispación que, al final, lo genera. No me preocupa tanto el odio en la política como el odio en la sociedad; que los malos modos se trasladen. Cuando el dirigente político, y quiero dejar claro que no todos son iguales, crispa y da carta de naturaleza al insulto, la agresión verbal y la mentira, se traslada a la sociedad, que considera que puede hacerlo. No sé si los políticos odian convencidos o lo hacen por obtener un rédito electoral, pero hay que prestar atención a las consecuencias que esto tiene en una sociedad en la que cada vez sí está más presente el odio.

-¿Qué responsabilidad tenemos los medios en todo esto?

-Somos parte del relato, de cómo contamos las cosas. Tenemos toda la responsabilidad. Hay que contar las cosas como son, hay que escuchar todas las voces, hay que denunciar cuando se miente y cuando se agrede. Es lo que tenemos que hacer. Si nos convertimos en meros altavoces, al final, lo que seremos es portavoces de la crispación, de la polarización y del odio. La forma que tenemos nosotros de analizar las cosas y contarlas es fundamental; somos uno de los caminos para que la información llegue a la sociedad. También es importante el papel de las redes sociales en todo esto, donde no hay filtro. El trabajo de los medios de comunicación siempre ha sido contrastar, preguntar, saber; y toda esta parte se ha eliminado en las redes sociales.

-¿Alguna vez reflexiona sobre la incidencia que tienen los medios sociales en nuestro trabajo?

-Cuando algunos periodistas se convierten en portavoces de partidos o de ideologías estamos dejando de hacer nuestro trabajo. Puedes tener tu ideología y votar a quien consideres, pero nuestro trabajo es el de contar los hechos que son irrefutables. Ante los hechos no hay contestación posible. A la hora de hacer el análisis, hay que hacerlo con fundamento intelectual no desde los argumentarios. Tenemos mucha responsabilidad en cuanto a las líneas que se están traspasando.

-Cambiando de tercio, vuelve a Córdoba con su programa. ¿Tenía ganas?

-Tenía muchas ganas. La pandemia ha sido muy dura para todo el mundo y, para los que hacemos la radio ha sido un momento muy solitario. Durante lo más duro de la pandemia nadie entraba en el estudio salvo yo. Me he dado cuenta de que el vínculo con los oyentes, a pesar de la distancia física, se había estrechado muchísimo porque, de alguna manera, nos necesitábamos y nos hacíamos compañía. Ellos para mí han sido un soporte emocional, especialmente sabiendo que había personas pendientes de lo que hacíamos. Llevábamos desde febrero sin salir y el contacto, aunque sea visual, con los oyentes te da mucha energía. Es una manera de recuperarnos los unos a los otros y de poder decirnos: seguimos aquí.