El escritor catalán Jorge Carrión estará hoy en La República de las Letras (19 horas) para participar en el ciclo El Mundo que Viene, donde presentará su libro Contra Amazon, en el que hace un alegato de las bibliotecas, las librerías y los libreros e invita a pensar en cómo los nuevos formatos de venta nos condicionan en elecciones tan personales como aquello que leemos.

-¿De dónde le viene a usted el amor por los libros y las librerías?

-Siempre me ha gustado leer y, lo que que es más raro, siempre me gustó escribir, me recuerdo como escritor desde al menos los ocho o nueve años. El otro día me encontré en una librería de viejo Raíces, un libro que no veía desde hacía 30 años. Me acordé enseguida de él, en la librería Robés Libres de Mataró, mi ciudad, donde lo vi tantas veces. Primero me enamoré de la lectura y después por los espacios del libro, que descubrí en la adolescencia. Y me empezaron a interesar en serio por los viajes. La primera vez que fui al extranjero, a Londres, acabé escribiendo mi primer reportaje sobre librerías (de cómic y ciencia ficción, para la revista Líder, de juegos de rol). Tenía 19 años.

-¿Qué le llevó a escribir este libro, está contra el comercio electrónico o contra Amazon en particular?

-Lo escribí por sentido común. Después de publicar Librerías visité decenas de librerías y hablé con decenas de libreros y detecté un problema. Y quise denunciarlo. No estoy en contra de nada, digamos. No son un fanático. No creo que llegara a organizar un boicot, que cada uno compre donde quiera. Yo no lo hago y creo que mis razones son válidas, por eso las comparto. Amazon no paga casi impuestos en España, satura de cajas de cartón los contenedores de reciclaje, trata los libros como si fueran cualquier otra cosa, provoca que cierren librerías, es una multinacional multimillonaria que podría permitirse mantener un enorme ejército privado. También tiene sus virtudes, pero sus sombras son tantas, que me gustaría que quien lea mi libro se pare a pensar cinco minutos sobre por qué compra en Amazon, al menos los libros (que no son más baratos que en librerías, al menos en España).

-¿Su lucha por lo tradicional abarca a otros ámbitos, al taxi frente al Uber o a la agencia frente a Airbnb?

-Mi lucha no es ni lucha, o es lucha quijotesca, o de David frente a tantos Goliats, de escritor, no de activista. Intento moverme entre la integración y el apocalipsis, entre la pantalla y el papel, porque finalmente es el modo de ser realmente realista: nuestras vidas están divididas entre esas dos dimensiones. Y sí, voy en taxi. Pero los viajes me los monto por mi cuenta, en internet (aunque prefiero hotel a Airbnb).

-¿No cree que lo importante es leer y no tanto el formato en que se lea o el lugar donde se compre el libro?

-Probablemente para mucha gente sea así, para mí no. A mí me importa el qué, el dónde, el cómo, el quién y el porqué. La librería o mi butaca de lectura o un tren, el momento en que compré el libro y en el que lo leí, si lo hice en silencio, con música o lápiz en la mano, quién me lo recomendó, quién me lo regaló o a quién se lo regalé, por qué me interesaba en ese momento ese autor o tema. No es tanto una mística como una forma de mnemotecnia. Como las cajas de Amazon, la pantalla iguala los libros y las lecturas. Yo trato de hacerlos singulares para recordarlos.

-¿Sabe que sus libros se venden en Amazon? ¿Es algo inevitable?

-Galaxia Gutenberg y Anagrama venden sus libros en Amazon, yo firmé un contrato con esas editoriales y a cambio del 10% de las ventas, cedo mis derechos a sus mecanismos de edición y distribución. Me parece muy normal. Si el libro se titulara Contra las librerías, se vendería en librerías. Lo raro es que tanta gente sepa que mi libro se vende en Amazon, eso significa que lo primero que hacen es buscarlo en Google o en Amazon. Yo voy a la web de Laie o de la Casa del Libro para informarme.

-Las librerías crearon hace tiempo la plataforma de venta onlineTodostuslibros. ¿Por qué somos tan infieles?

-El problema es que Amazon es un virus que no para de colonizar conciencias. Es una empresa que sobre todo gana dinero vendiendo otros objetos, o dando servicio de almacenamiento de datos, pero para mucha gente -demasiada- es sinónimo -absurdo- de librería. Todostuslibros, Casa del Libro y las webs de muchas librerías son alternativas perfectas. Pero es muy difícil, casi imposible, competir con la máquina de publicidad de Amazon.

-El libro le ha llevado a recorrer medio mundo para entrevistar a libreros de Miami, de Nápoles, Seúl. ¿Qué librería y qué librero le impactaron más?

-Imposible decidirlo. Librerías, tal vez Page One y The Kids Republic, de Pekín, una porque está abierta 24 horas y tiene un diseño alucinante, y la otra porque es la mejor librería de niños que he visto en mi vida. Y, por supuesto, el futuro de las librerías se decide en la infancia. Libreros, muchos, podría citar a Rachel Muyal, que acaba de fallecer, a la gran librera de Tánger, cómplice de Paul Bowles y Juan Goytisolo y tantos otros. Elegancia, cosmopolitismo, chafardería, generosidad y un gran conocimiento del mundo del libro. Lamentablemente la conocí cuando ya estaba jubilada.