El pasado domingo, 3 de junio, tuvo lugar en los pueblos del Alto Guadalquivir la tradicional procesión del Corpus, la procesión de todas las procesiones. Numerosos altares presidían las calles y plazas de los pueblos, donde los cristianos hacían un alto en el camino para rezarles y mostrar sus plegarias. Los niños que este año han celebrado la Primera Comunión participaron masivamente en este encuentro anual.

En Adamuz los vecinos volvieron a apoyar con su colaboración esta gran fiesta, en la que las distintas cofradías se unieron para engrandecer la fiesta. Las calles fueron engalanadas y pintadas con distintos motivos alegóricos a la fe cristiana, así como a la naturaleza y las flores.

En Bujalance estuvo organizada por las parroquias, Adoración Nocturna, la Agrupación de Cofradías y grupos parroquiales. La Custodia, del siglo XVIII, obra de Damián de Castro, salió de la Catedral de la Campiña. También en Cañete se vivió con especial devoción esta celebración.

En El Carpio tuvo lugar por la mañana, con salida desde la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, donde los feligreses acompañaron la Custodia en su tradicional transitar por las calles más emblemáticas.

En Montoro, la tarde del domingo fue muy especial. Los vecinos cerraron un fin de semana cargado de actos con una jornada cristiana que partió de la parroquia de San Bartolomé, donde todas las hermandades se volcaron para acompañar a al comitiva.

En Pedro Abad las calles se volvieron a llenar de juncias y altares, así como arcos florales por los que pasaba la Santa Custodia. Si Villafranca tiene en el Corpus Christi una de sus fiestas más tradicionales, y en las que la esencia más pura queda impresa; en la parroquia de Santa Marina se hace popular la devoción y piedad en torno a Jesús Sacramentado.

Lo mismo sucede en Villa del Río, donde el pueblo se echa a la calle para disfrutar de una de las procesiones más esperadas.