En los primeros años de la década de los ochenta, ya estaba en las carreras el lucentino Tomás Aranda, con un Seat 124 y en algunos ralis con su paisano Antonio Maíllo de copiloto. Después se hicieron ambos, junto con otros lucentinos, habituales de las pruebas de montaña, quizás por la influencia de la Subida al Santuario de Nuestra Señora de Araceli. Tomás venció en muchas pruebas con sus fórmulas, como el Ralt Alfa Romeo, proclamándose campeón andaluz. También salió al Nacional de Montaña, consiguiendo proclamarse en dos ocasiones campeón de España de Fórmulas.

Después de una larga carrera, se retiró unos años para dedicarse a su empresa de transportes, que comenzó como un servicio entre Lucena y Córdoba, para convertirse en una de las más importantes del panorama andaluz y que hoy lleva su hijo. Otro podría haber seguido retirado, o dedicarse a ver otras pruebas, pero Tomás volvió a la competición, en una especialidad poco conocida en nuestra autonomía pero con muchos seguidores en otros territorios, el autocross

Lo recuerdo con su BMW 4x4 en las carreras disputadas en Lucena, y también volvió al Nacional, donde hoy sigue dando guerra, como en la última carrera disputada, donde salió entre los primeros pero abandonó tras un toque con otro participante. Tomás Aranda, todo un caballero de las carreras.