Aunque se presagiaba lo peor, finalmente el cielo se abrió para acoger la Magna Nazarena, una procesión con 31 pasos que llenó ayer la ciudad de auténtica pasión por la Semana Santa convirtiendo una vez más a Córdoba en epicentro del mundo cofrade.

La jornada de ayer se puede dividir en dos partes: por un lado, las procesiones hasta la carrera oficial y, por otro, el paso de todas las cofradías por el recorrido común. De este modo, desde las cinco de la tarde las cofradías estaban en la calle llenando de color y calor emocional las calles de la ciudad dejando estampas únicas e irrepetibles como el Nazareno de Espejo saliendo de San Pedro o el encuentro entre el Nazareno de Fernán Núñez y el de El Carpio en La Corredera, sin olvidar la importancia para la historia que tiene el Nazareno de La Rambla saliendo de San Agustín, donde recibe culto la Virgen de las Angustias.

No obstante, el punto álgido se vivió en el recorrido común, que puntualmente dio comienzo a las 19.30 horas. A esa hora el obispo de Córdoba daba la bienvenida y comenzaba el acto con una oración. Con el cielo totalmente abierto entraba el Nazareno de Castro del Río y la banda común comenzaba a tocar Creo en Jesús mientras Jesús Nazareno quedaba enmarcado en la Puerta del Puente. Un monte de clavel rojo sangre para los pies del Nazareno que avanzó con elegancia. El cofrade Fermín Pérez elevó su voz para dedicar unas palabras a Jesús de Castro del Río, igual que lo hizo con el resto de imágenes participantes.

Salida del Nazareno de El Carpio de la iglesia de San Francisco. Foto: A.J. GONZÁLEZ / SÁNCHEZ MORENO

Poco después sonaba ¡Oh bendita estrella! para recibir al Nazareno de Villa del Río. Lentamente avanzaba el Nazareno con un exuberante exorno de flores variadas donde sobresalían las orquídeas. Y de nuevo la música, esta vez Pescador de hombres, para acompañar el caminar del Nazareno de El Carpio, que entraba por la Puerta del Puente muy acompasado. El paso fue exornado con rosas, claveles y orquídeas sobre un elegante monte.

A pocos metros, la cruz de guía de la hermandad de Espejo ya cruzaba la gran puerta y poco después el Nazareno quedó enmarcado entre las amarillentas piedras. La campana llamó a los hombres de trono, un inconfundible toque que levantó el paso mientras las cornetas se elevaban al cielo azul. Orquídeas moradas para el paso del Señor, que lucía al pecho la medalla de la villa y al hombro una impresionante cruz de plata.

El recorrido común en la carrera oficial se inició a las 19.30 horas, tal y como estaba previsto

El incienso se elevaba en grandes nubes creando una atmósfera muy de Semana Santa, la música y el inconfundible caminar del Cristo de las Penas de Santiago, que por primera vez fue iluminado con cera roja. A escasos metros, el Cristo de la Clemencia enmarcado en la Puerta, el titular de la hermandad de los Dolores avanzaba con elegancia en un momento en el que se podían ver tres pasos a la vez -las Penas, que llegaba a Torrijos; la Clemencia por la Puerta del Puente y, a lo lejos, el misterio de Jesús del Silencio, que avanzaba por el Puente Romano-. Sonaba Requiem para el Cristo de la Universidad, la primera vez que se pudo ver la imagen de Miñarro avanzar por las calles con música de cornetas, acostumbrados a su silente caminar, costaba encajarlo.

De nuevo una estampa única con tres pasos casi seguidos: el Nazareno de Cañete de las Torres, que entraba en carrera oficial, y a lo lejos el Silencio y el Cristo del Amor por el Puente Romano, mientras que en Ronda de Isasa ya esperaba el Nazareno de Fernán Núñez.

La voz de Fermín Pérez se volvió a elevar con la música de fondo de la banda del Santo Ángel Custodio de Rute, que se alternó con la de la Virgen de Luna de Villanueva de Córdoba, que entonaba Nuestro Padre Jesús de la Victoria. Poco a poco caía la tarde, la campana sonaba y el Nazareno de Cañete de las Torres se volvió a elevar. Mientras Cañete era contemplado por el palco de autoridades, hacía su entrada el Nazareno de Fernán Núñez. Sin palabras la grandiosa túnica y la cruz de ébano y plata. En cuanto al exorno, la cofradía optó por un llamativo friso de flores variadas con predominio del color morado.

Tras este portentoso Nazareno llegó el de Palma del Río, que poco antes de entrar en carrera oficial se cruzó con el misterio de Jesús del Silencio, que esperaba en el tramo final del Puente.

Mientras el Nazareno palmeño esperaba bajo la Puerta del Puente avanzaba el misterio de Jesús del Silencio exornado con flor blanca y detrás, como si de un Domingo de Ramos se tratara, el Cristo del Amor, cuyo paso se hacía hueco entre la bulla que ocupaba el Puente. De nuevo la música, cornetas y tambores para el Silencio de Cristo ante Herodes, que una vez más cruzaba la centenaria puerta camino de la Catedral.

La procesión por las calles dejó estampas que difícilmente volverán a repetirse

El crucifijo del Cerro avanzaba en un elegante calvario de flor variada en tonos rojos, los arbóreos del paso cimbreaban y los destellos dorados iluminaban el rostro doliente del Cristo del Amor.

Por la Ribera caminaba el Nazareno de Hinojosa del Duque. El paso plateado y caoba exornado con clavel rojo sangre andaba al paso que marcaban los hombres de trono, que lo llevaban delicadamente.

Tras el Nazareno de Hinojosa se produjo un leve retraso de diez minutos, el tiempo que tardó en llegar el Nazareno de Santaella. Sonaba el martillo y el paso se elevaba entre el aplauso del público. Los platillos anunciaban otra marcha, Cantemos al amor de los amores, para el Nazareno, que, sobrio y elegante, llegaba al palco de autoridades.

Tras la cruz de guía de la hermandad del Nazareno de Villanueva de Córdoba, un paso de nueva factura para Padre Jesús, como lo llaman en su pueblo, una imagen que caminó pausada mientras la banda interpretaba Reina de La Jara.

El gran desajuste de la noche llegó tras el paso de Villanueva de Córdoba. A continuación debía de seguir el Nazareno de Priego, que a esa hora avanzaba por el Puente Romano entre una gran multitud. El paso caminó como pudo en este enclave donde miles de personas se dieron cita. A las 21.45 se volvió a coger el ritmo de la carrera oficial. Priego entregaba a Córdoba a su Nazareno. «Viva el Nazareno de Priego», gritaba el público, muy probablemente de la localidad, mientras la portentosa imagen cruzaba la Puerta del Puente. La campana anunciaba su caminar.

En el entorno de la Puerta del Puente coincidieron ayer tres de las imágenes que procesionaron en la Magna Nazarena. En primer plano, el Nazareno de Cañete de las Torres. Foto: A.J. GONZÁLEZ / SÁNCHEZ MORENO

La conocida marcha La saeta ilustraba musicalmente el paso del Nazareno, que ya enfilaba la calle en dirección al palco de autoridades. El público enmudeció ante el imponente caminar. Un elegante exorno de rosas color lila completó la visión de esta importante imagen.

Si imponente fue el paso del Nazareno de Priego, no menos lo fue el de Rute. El dulce Nazareno fue cruzando la carrera oficial con delicadeza y dulzura, la misma que emana del rostro de la imagen. Un monte de flores color caldera exornaba el paso.

Mientras el Nazareno ruteño giraba para tomar la calle Torrijos, el de Córdoba estaba entrando. El color caoba del paso resaltaba entre el dorado de la piedra, así como resaltaba el novedoso exorno floral a base de flores en tonos rojos.

El gran desajuste de la noche llegó tras el paso del Nazareno de Villanueva de Córdoba

Ya Jesús Nazareno enfilando la calle Torrijos, en Ronda de Isasa se encontraba el paso del Nazareno de La Rambla. El Señor de Juan de Mesa caminó bajo palio ante el asombro del público. Un palio portado por sus hermanos. El dorado paso cruzó la carrera oficial ante la admiración del público que, entre vivas y aplausos, se entregaba a la ciudad.

Impresionaba el sonido de la madera de los varales, que con fuerza iban dando en el suelo. Un palio morado del que se desprendió poco antes de llegar al palco de autoridades, caminando tras él con el característico sonido de la madera.

Y tras Jesús Nazareno de La Rambla, su madre, creada de la misma madera y por la misma mano. La Virgen de las Angustias caminó sublime como siempre con el paso exornado con estatice morado. El Ave María de Caccini ilustró el caminar de la Reina de San Agustín, por ahora la última vez que escuchará cornetas en su caminar por las calles. Emoción ante la obra cumbre de Juan de Mesa, que nunca deja a nadie indiferente. El sudario de la cruz se movía en el aire, el mismo que en el Puente Romano sobre el paso del Descendimiento, que esperaba que la hermandad del Calvario cruzara la Puerta. Un momento que se produjo poco después de las 22.30 de la noche. El Señor de San Lorenzo lució con túnica morada y un exorno de flor lila y morada. A estas horas por la carrera oficial caían unas impertinentes gotas que alarmaron, si bien solo se quedó en eso y la noche continuó con normalidad.

EL NAZARENO DE AGUILAR / Le tocaba el turno al Nazareno de Aguilar, que tras un retraso a la altura del Campo de la Verdad, le cogió el sitio el Descendimiento, que una vez más volvió a cruzar el Puente Romano. Un puente en el que a lo lejos ya se divisaba la silueta de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Aguilar de la Frontera, que había salido desde la parroquia de San Francisco. El Nazareno caminó solemne entre gran expectación. En lo que respecta al exorno llevaba un friso variado predominando las rosas rojas.

La hermandad de la Sagrada Cena fue la encargada de cerrar el acto, siendo la última en llegar a la Catedral

El Nazareno de Aguilar fue el último de los Nazarenos de la provincia que pasó por la carrera oficial. El resto de imágenes que quedaban correspondían a la Semana Santa de la capital.

La Vera Cruz cruzó el Puente, como es habitual cada Lunes Santo, para dirigirse a la Catedral. Como entonces, llegó a la Puerta del Puente dejando tras de sí su Campo de la Verdad; un exorno clásico de tonos rojos completaban el paso del Nazareno del Lunes Santo.

De nuevo llegó el recogimiento a la carrera oficial cuando apareció el Cristo del Remedio de Ánimas. El crucificado de San Lorenzo lució en su paso exornado con flor morada. Una imagen para meditar la Pasión, como dijo Fermín Pérez en su alocución. Lástima que la música de cornetas rompió el misticismo que emana de esta imagen.

Salida del Cristo de la Clemencia. Foto: A.J. GONZÁLEZ / SÁNCHEZ MORENO

Las cornetas elevaron a Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que llegó desde San Basilio por el alcázar. Presentaba varias novedades, como la cruz del siglo XVII recién restaurada, una interesante pieza tallada en madera y dorada en oro fino.

Por su parte, el misterio de Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso salió de San Andrés con numerosas novedades. La más llamativa, la túnica bordada por los talleres Santa Victoria de Córdoba. El Nazareno de San Andrés lució su paso en fase de talla y caminó con elegancia a los sones de la música que emanaba desde la plaza del Triunfo.

También de San Andrés llegó el misterio de la hermandad de la Esperanza donde caminó Nuestro Padre Jesús de las Penas. La hermandad, fiel a su estilo, puso en la calle su paso de misterio con un exorno muy similar al Domingo de Ramos: el Señor lució la túnica bordada por Jesús Rosado, bajo diseño de Rafael de Rueda y que le regaló su cuadrilla de costaleros.

Y de un misterio de Antonio Bernal a otro, el de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, titular de la hermandad de la Paz. El paso llegó al recorrido común por la zona del Alcázar dejando calles repletas de público, que contemplaron este imponente misterio de la Semana Santa de Córdoba, que cada Miércoles Santo sale desde la iglesia conventual del Santo Ángel (Capuchinos).

A pocos metros se podía escuchar la Agrupación Musical de la Estrella, que acompañaba a su titular, Nuestro Padre Jesús de la Redención, por las calles de la ciudad, tal y como lo hace cada Lunes Santo.

El misterio de la Estrella caminó con elegancia con un exquisito exorno floral que resaltaba sobre el canasto dorado.

El Nazareno de Aguilar de la Frontera fue el último de la provincia en pasar por carrera oficial

La última cofradía en hacer si entrada en carrera oficial y Catedral fue la hermandad de la Cena, que salió desde el barrio de poniente para dirigirse a la Catedral cordobesa. El paso fue acompañado hasta el recorrido común por su agrupación dándole ese sello que caracteriza el caminar de este paso de misterio donde figura Nuestro Padre Jesús de la Fe.

Poco después de las doce de la noche el presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad, Francisco Gómez Sanmiguel, informaba de que todos los pasos estaban ya en el interior de la Catedral y que la tarde había transcurrido con normalidad.

Se cerraba un intenso día donde se pueden poner de manifiesto varias cosas. Por un lado, la capacidad de la ciudad para acoger eventos de esta magnitud; por otro, la vida de las cofradías, tanto las de Córdoba como las de la provincia, que en un alarde de generosidad, durante una semana, se han desprendido de sus devociones más preciadas para que todos las contemplemos y disfrutemos nada más y nada menos que en el marco de la Mezquita- Catedral de Córdoba.

El Nazareno de la Hermandad de Humildad y Paciencia, a la entrada de la carrera oficial. Foto: A.J. GONZÁLEZ / SÁNCHEZ MORENO

Aún es pronto para hacer balance, pero seguro que este es más que positivo. No es fácil congregar en un espacio con unas particularidades especiales como el entono de la Mezquita-Catedral a miles de personas sin que haya incidentes reseñables. Está claro que detrás está el trabajo de la Agrupación de Hermandades y Cofradías para llevar a cabo proyectos de este tipo, capaces de echar a la gente a la calle y disfrutar de las cofradías.

Ya solo queda que estas miles de personas que ayer se congregaron en las calles para contemplar las cofradías visiten estos días la magna exposición donde estarán expuestos todos los pasos de la histórica y única procesión magna vivida ayer como una auténtica manifestación de fe que una vez más, y ya van tres, vuelve a convertir a la ciudad de Córdoba en epicentro del mundo cofrade.