Rosa María Castilla es psicoterapeuta de adolescentes y adultos, ha formado parte de los equipos psicosociales de la Junta de Andalucía y ha tratado a lo largo de su carrera como psicóloga clínica muchos casos de acoso escolar.

-¿En qué se diferencia el acoso escolar de una pelea «normal» entre niños?

-El acoso escolar implica repetición, intencionalidad de daño, ausencia de actitud defensiva del que acosa, y secuelas psicológicas para la víctima que no tienen nada que ver con las que deja una pelea «normal».

-¿La violencia está siempre presente en estos casos?

-Sí, pero la definición de violencia depende de a qué diccionario acudamos. El acoso requiere violencia por definición, pero los insultos, las amenazas también son una forma de violencia.

-¿Existe un perfil de víctima y de acosador/a?

-Cualquiera que se encuentre en un momento vulnerable puede ser víctima. Los niños atraviesan momentos vitales cambiantes que pueden llevarles a estar más solos ante el grupo o pueden tener una característica física que sea objeto de ridiculización. El agresor detecta la vulnerabilidad y ve que la estrategia de autodefensa no es eficaz. Al agresor le pasa algo parecido. La agresión puede darse porque el niño tenga más ira acumulada de la cuenta o porque interprete que esa es la manera de solucionar un problema, de sentirse fuerte ante el grupo... No se puede hacer un retrato robot a priori.

-¿Qué lleva a un niño o una niña a acosar a otro igual?

-Normalmente, buscan la satisfacción, a veces para contener la rabia o la ira, o por la sensación de victoria o éxito ante el grupo. Si le ríen, le apoyan, le dan la razón, eso supone una gratificación.

-¿Hay diferencias de género?

-En el acoso no hay diferencias. Hace 20 o 30 años, la estrategia agresiva de resolución de problemas se daba más en los chicos, pero ahora los márgenes se acercan cada vez más. Los niños actúan por imitación, también de grupos no presenciales sino de la red, no hacen seguimiento solo de otros jóvenes del mismo sexo, la influencia viene de ambos géneros.

-¿Cómo hay que abordar el tratamiento del acoso escolar?

-Hay que actuar en todos los niveles para lograr que los menores desaprendan esa dinámica. La terapia psicológica es necesaria, pero también el abordaje educativo institucional, el familiar y el abordaje entre iguales.

-¿Cuando ocurre, hay que separar a los niños tras el conflicto o hay que juntarlos?

-En la mayoría de ocasiones, es beneficioso que ambos participen en un programa para eliminar el acoso, aunque no siempre desde el primer momento. También hay casos en los que hay que separarlos porque la teoría es fantástica, pero los procesos tienen que tener un componente voluntario y según el grado de miedo o lesión en la víctima, juntarlos puede ser contraproducente.

-¿Cuáles son las señales que deben despertar la alerta?

-Casi siempre hay testigos. Los jóvenes guardan muy mal los secretos y los comentan al grupo de iguales. Además, hay tristeza, abatimiento, sufrimiento, decrece el autocuidado, la autoestima, la concentración, son variables que se orientan a lo negativo porque la persona expresa así su sufrimiento. Cuando el acosador usa algo que para la víctima es vergonzoso si se hace público, esta lo oculta, no se defiende. Por eso hay casos muy difíciles de identificar que pueden llegar a la autolesión o al suicidio.

-¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en el ‘bullying’?

-Las nuevas tecnologías hacen que los chavales estén conectados todo el tiempo, el sobreesfuerzo que tienen que hacer para no acceder al contexto lesivo es enorme y eso aumenta el daño y las posibilidades de acoso.

-¿El castigo es eficaz?

-El acoso no se resuelve solo con castigo, pero todos los actos tienen consecuencias. Si la consecuencia de un acto es lesiva para otra persona, el acosador tiene que recibir la consecuencia disciplinaria de su acto, no solo el disfrute. Si solo se aplica castigo, puede no ser eficaz porque puede aumentar la agresividad, hacen falta medidas educativas para que haya modificación de pensamiento y conducta.

-¿Los protocolos de los centros escolares son efectivos?

-Yo diría que son muy efectivos en la mayoría de los casos, consiguen parar peleas y las dinámicas previas al acoso, lo que no quita que se den casos. Pero los colegios no son responsables del acoso, se les tiene que invitar como parte de la solución. Cargar las tintas de la responsabilidad en los colegios es desenfocar el objetivo.

-¿Por qué cada vez hay más casos de acoso?

-Porque los límites se han relajado muchísimo y hay que marcar los límites en el daño que los actos de una persona puede causar a otra. Se da demasiado poder a los niños antes de que tengan la experiencia suficiente para poder ser poderosos. El autocontrol se adquiere con el tiempo y los custodios tienen que orientar a los niños en el bien hacer. Si los límites son ambiguos, ellos no saben hasta dónde pueden llegar. Está desprestigiado el concepto de autoridad, de obediencia, de sabiduría, el nosotros frente al yo. Hay que redifinir estos conceptos. La libertad y la violencia hacia otro no son compatibles.