5.30 horas. La mayoría de los conductores de la empresa municipal de Aucorsa que han decidido secundar el paro parcial empiezan a llegar a las puertas de las cocheras de la empresa municipal. A simple vista, puede verse que el paro ha tenido un seguimiento importante. Masivo. Desde las 6 a las 9 de la mañana deberán salir solo 25 de los 100 coches que saldrían un lunes cualquiera en ese intervalo de tiempo. Los servicios mínimos arrancan con cinco minutos de retraso. A lo largo de la mañana, esa demora llegará a ser de una hora. El comité coloca en cada autobús que salen un cartel de «servicios mínimos».

6.40 horas. En la parada de la línea 7 de la avenida Barcelona espera Daniel. El dispositivo que marca los tiempos de espera de los autobuses parece averiado, pero no lo está, solo se ven unas cruces. «No tenía ni idea de la huelga --reconoce--, aunque me estaba mosqueando al no ver a ninguno de los habituales por aquí a estas horas». Quiere llegar al centro y por ahora va «sobrado» porque no importa si llega «un poco más tarde». Tirará de paciencia.

6.55 horas. En la parada del 13 de Colón espera Alberto con una pesada maleta. «El próximo autobús viene en 5 minutos y el siguiente en 63 minutos, según la aplicación web de Aucorsa», comenta con el móvil en la mano. «Cojo el AVE a las ocho, menos mal que me he venido con tiempo. Lo de coger el autobús es porque no veas cómo pesa la maleta, pero si veo que no llega, me iré echando un paseíto».

7.10 horas. Emiliano ha llegado a la parada de Gran Capitán desde Ciudad Jardín. «En mi barrio no he podido coger el 7 y me he venido andando hasta aquí para coger el E y poder llegar a Rabanales». De todos, es el primero que se queja. «Sabía lo de la huelga, claro, pero siempre pagamos los mismos en estos casos: los trabajadores».

7.30 horas. En las cocheras de Aucorsa se dispone a salir un conductor que ha renunciado a su derecho a la huelga. El comité de empresa se acerca al compañero para informarle de la situación. El presidente del comité, Custodio Sánchez, le comenta que si la plantilla alcanzara algunas mejoras por «ética» debería renunciar a ellas. El gerente de la empresa también está por allí, para vigilar que los servicios mínimos se respetan y que los trabajadores que no quieren hacer huelga puedan trabajar. Después de unos minutos de conversación, el comité abre paso al vehículo y los compañeros lo despiden con aplausos. «Somos respetuosos con todos y queremos que los compañeros elijan democráticamente», dice Custodio Sánchez.

8.20 horas. Mercedes y su hija tienen cara de desesperación. Tratan de coger el 1 para llegar al colegio de la niña, que está en el centro. La parada es de las que no tienen panel de horas. «Ni idea de que había huelga. ¡Pues ya no llegamos!», dice la madre, «vamos a tener que cogernos un taxi».