Desde la irrupción de los llamados partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) en el panorama nacional y andaluz, el bipartidismo PP-PSOE ha recibido ya dos avisos. Esto no es como en los ruedos, que al tercero envían el toro al corral, pero no está de más recordarles que van dos recados del público: el que dieron en las elecciones europeas, que compartieron PSOE y PP con más daño para el primero, y el de las andaluzas, en las que el PP se ha llevado la bronca del público y el PSOE ha salido triunfador de la plaza (no a hombros), pero sin olvidar que también ha perdido votos.

El domingo por la noche, tras el escrutinio, tocó la valoración de urgencia, que ayer dio paso a reflexiones algo más reposadas de los partidos políticos, pero todavía bajo el alivio o el trauma, según se mire, de los resultados en caliente y la incertidumbre que ahora viene. También llegó el turno de las extrapolaciones, y el debate sobre cómo quedarían las próximas elecciones municipales en Córdoba capital si se aplicaran los resultados obtenidos el domingo en las urnas.

El alcalde de Córdoba y presidente provincial del PP, José Antonio Nieto, asumió el reto de dar las explicaciones y vino a decir que los populares han salvado los muebles en la ciudad aunque la suma del voto provincial les haya dejado en cuatro parlamentarios. Su interpretación es que el voto conservador (en el sentido de conservar lo que hay) ha optado por el PSOE y el voto "del cambio" se ha dispersado entre varias opciones, y, claro, esto no tiene nada que ver con el futuro Ayuntamiento. Lo cierto es que el PP ha retrocedido un 12,36% en la provincia y un 16,94% en la capital, porcentaje muy alto que debe tener a Nieto bastante intranquilo. Según los resultados del 22 de marzo y extrapolados a una hipotética configuración del Pleno del Ayuntamiento de Córdoba, supondría 11 concejales del PP frente a los 16 actuales, 7 para el PSOE, 3 para IU, 5 para Podemos (que no se presenta con esa marca) y 3 para Ciudadanos. ¿Y Unión Cordobesa? Pues miren ustedes, no podemos comparar porque no han concurrido a las andaluzas, pero sí se puede decir que Podemos se ha llevado en las autonómicas los mismos votos que consiguió Rafael Gómez en el 2011, y ya ustedes saquen las conclusiones que les parezca.

En la provincia, el PSOE vuelve a recibir cierto cariño. Hay voto de castigo, más bien de suave tirón de orejas o regañina, pero en el reparto de escaños no se ha notado ese 2,96% menos de sufragios recibidos y Juan Pablo Durán recibe la primera satisfacción electoral desde las locales del 2011, quedando al frente de los cinco diputados socialistas de la provincia. Debe saber el secretario general del PSOE que el voto socialista en Córdoba capital en las municipales es siempre muy cicatero, pero eso no resta optimismo a su interpretación de los datos y, a fin de cuentas, por poco que se arañe el PSOE empieza a considerar factible recuperar el gobierno de la Diputación, que se llevaron los populares en la larga cambiada de mayo del 2011.

En Izquierda Unida no salen de su asombro, aunque las encuestas ya se lo certificaban. Cinco diputados en toda Andalucía, a pesar de la buena imagen de su candidato a la presidencia de la Junta, Antonio Maíllo, y una sola diputada cordobesa, la exconsejera Elena Cortés. De cara al 24 de mayo poco podían esperar, y posiblemente ahora menos, cuando Ganemos (que no Podemos, pero ahí le va) y Ciudadanos están a la expectativa.

Y Podemos con un poco de decepción, pues esperaban dos parlamentarios (al contrario que Ciudadanos, al que las encuestas no daban representación por Córdoba y que tiene de feliz diputada en ciernes a Isabel Albás) y al mismo tiempo expresando una satisfacción que sería mayor si no se hubieran generado tamañas aspiraciones al calor de los sondeos. David Moscoso mantiene el discurso de que se ha roto el bipartidismo, pero roto del todo no parece estar cuando PSOE y PP suman en Córdoba el 63,3% de los votos.