La Mezquita Catedral ha pasado con nota su primer simulacro de incendio en 1.300 años, sin contar con su protohistoria como basílica visigoda. Un ensayo de emergencia por un supuesto fuego realizado ayer sobre las 13.00 horas en el edificio más emblemático de Córdoba, que obligó a desalojar a 400 visitantes (180 de ellos de un grupo de escolares), se saldó a plena satisfacción de los responsables: el Cabildo Catedral, el Ayuntamiento, el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS), la Policía Local y el grupo de Protección Civil del Ayuntamiento, todo ello pese a la "complejidad" del dispositivo y las peculiarísimas características de un edificio con casi milenio y medio de antigüedad y catalogado como Patrimonio de la Humanidad, resumió ayer el canónigo Pedro Soldado.

En concreto, la operación buscaba poner a prueba el plan de autoprotección del edificio y consistió en un incendio simulado en la primera planta del edificio, detrás del altar y el retablo, en la zona de la sacristía y del archivo. El humo ficticio (una densa pero inocua neblina de parafina vaporizada) llegó a salir por una ventana tras el crucero de la parte de la Catedral, alarmando a más de un viandante que desconocía la operación. Una vez comenzado el simulado siniestro, los responsables de seguridad evacuaron la zona en apenas cinco minutos y alertaron a las autoridades, explicó el presidente del Cabildo Catedral, Manuel Pérez Moya. De hecho, reconoció el jefe de los bomberos desplazados desde el cuartelillo de El Granadal, Antonio Aguilar, ya no quedaba nadie no autorizado en el edificio pese a llegar en poco más de 6 minutos desde la alerta. Después, se siguió el protocolo y los servicios de seguridad informaron a los bomberos de donde supuestamente estaba el incendio, para que ellos obrasen según las directrices. En poco minutos, el incendio simulado quedó sofocado y se ventiló las dependencias afectadas. Sobre las 13.45 horas, y mientras que los responsables informaban del operativo desplegado, los visitantes del monumento que esperaban, incluido los que vieron interrumpido su recorrido, pudieron volver a acceder al recinto.

Según el jefe del SEIS, Juan Rubio, el despliegue permitió comprobar a los bomberos los pequeños aspectos del plan de emergencia que figuran sobre el papel pero que, de no cumplirse en la realidad, marcan la diferencia entre un mero incidente y una tragedia: los tiempos de llegada, la falta de obstáculos para acceder, el estado de las bocas de suministro de agua, la coordinación con todos los servicios de vigilancia, seguridad y protección, etcétera.