A los puristas de las cofradías se les eriza el pelo cuando a una estación de penitencia le llaman "desfile", como le ocurriría a un carnavalero si a la cabalgata de ayer se le llama "procesión". Pero, curiosamente, la Real Academia en una de sus acepciones considera a ambas palabras sinónimas. Toda una lección de nuestro idioma, que permite llamar "desfile" y "procesión" a dos formas de estar en la calle tan distintas y, a la vez, tan iguales a la hora de mostrar su amor a la tradición y la ciudad.