El plan acaba con la avenida del Alcázar y devolviéndole a Córdoba la imagen que tenía en 1956, cuando la carretera nacional no existía, con la misma rasante de entonces. Eso significará habilitar más superficie de jardín, incorporando toda la zona de la huerta y llegando hasta el lienzo de la muralla del río, con lo que el 70% del espacio que ocupa el ámbito será zona verde.

Propone actuar en las Caballerizas y el Alcázar, que están conectados por un pasadizo que discurre bajo los jardines altos y que será visitable; recuperar lienzo de muralla perdida y restaurar la existente; devolver a la ciudad la Puerta de los Sacos, que quedó oculta junto al puente de San Rafael cuando se construyó la carretera; y expropiar una casa que hay en la calle Postrera, junto a la torre de las Vírgenes para conectar San Basilio a la huerta.

Un aspecto que deja claro el plan es que no se permite el uso de la huerta como aparcamiento. El documento solo contempla edificaciones que aprovechen la huella de las existentes para generar el mínimo impacto en una zona que es reserva arqueológica.

Bajo el terraplén de la avenida del Corregidor se promoverán instalaciones de ocio y comerciales. En el ámbito de influencia se plantea un párking.