Cuarenta y cuatro años después, España se abrazó por segunda vez en su historia al título de campeón de Europa con la convicción y el estilo que han roto moldes en el fútbol continental. El equipo español también administró su talento con la suficiente maestría como para tumbar a Alemania, un rival con mayúsculas que agranda aún más el mérito de lo conseguido. No fue nada fácil. Nadie esperaba que lo fuera. Como tampoco esperaban seguramente los jugadores de La roja que el conjunto alemán se fuese a por ellos antes de que tomaran las medidas del campo. Nada más sonar el pitido inicial, ya lo tenían encima. El conjunto germano optó por no dar tiempo a que Xavi, Cesc y compañía pensaran en apropiarse de la pelota para llevar la final al terreno en el que se habían doctorado en aquel segundo tiempo esplendoroso ante Rusia en semifinales: ritmo, toque, relevos, sorpresa y precisión.

PROBLEMAS INICIALES Fueron los alemanes los que se quedaron con el balón y lo movieron con sentido y velocidad para hacer temblar a la defensa española.

Los papeles nacieron cambiados. Los jugones no aparecían por ningún lado y los balones largos hacia Torres no encontraban al delantero del Liverpool en condiciones de controlarlos. Así se consumió un cuarto de hora, al cabo del cual hicieron acto de presencia Iniesta y Xavi para dar el primer toque a la defensa alemana. Iniesta, que había intercambiado su posición con Silva nada más empezar, se convirtió en una pesadilla para Friedrich. No tardó en despertar también Cesc.

La clave, no obstante, estuvo en ese sexto sentido que tiene Xavi Hernández para encontrar espacios y ver los huecos en la defensa contraria antes que nadie. Lo intuyó Torres, lo vio el cerebro español y a la espalda de Lahm confluyeron el balón y las intenciones de ambos. El lateral alemán se descuidó de forma inexplicable, se confió y el atacante del Liverpool no cejó en su empeño, porfió, le robó el balón a toda mecha y lo elevó por encima de un vencido Lehman con un toque sutil y preciso (m. 33).

LIBERACION Como ante Rusia, la selección española pareció liberarse y metió a Alemania en un túnel del que todo indicaba que no podría salir. El segundo tanto estuvo cerca antes del descanso.

La segunda parte echó a andar de forma parecida aunque los alemanes tuvieron energía para dar un fuerte arreón. Fue muy a su manera, con el rodillo por delante, y Aragonés optó por la seguridad para reforzar el centro del campo. Alonso entró por Cesc y Cazorla relevó a Silva.

El ataque español, en contra de lo esperado, se reactivó como por ensalmo y en un mismo minuto Ramos y dos veces Iniesta estuvieron muy cerca de marcar. Fue la antesala de otra apoteosis final de España bajo la batuta de un Xavi Hernández estelar.