Si estuviésemos en la última planta de un rascacielos de Tokio, una ciudad de más de ocho millones de habitantes, solo veríamos edificios y más edificios. "Pero esto es diferente, el paisaje es muy hermoso", comentaba ayer en un inglés básico Katsuhiro Nakashina, un estudiante japonés de ingeniería informática que, junto a un grupo de amigos, todos japoneses, fue el primero en subir al mirador de la restaurada Puerta del Puente.

El monumento se abrió al público a las cuatro de la tarde, por primera vez en décadas; fue en los años veinte cuando el también conocido como Arco del Triunfo se habilitó como mirador. Y como no podía ser de otra forma, fue un grupo de turistas japoneses el primero en visitar el monumento, que gestiona el Consorcio de Turismo de Córdoba.

Durante el primer mes el acceso será gratuito. Un conserje velará en la entrada porque el número de visitantes en el interior nunca supere los 25. Una medida de seguridad.

En cualquier caso ayer, a las cuatro de la tarde, no hubo, ni mucho menos, aglomeraciones. Tras los japoneses, una profesora francesa de biología, Caro Marie-Luce, y su amiga, de Suecia, fueron las siguientes en entrar. Y tras ellas, un matrimonio de Mérida, Diego Merino y Wenceslá Ribera, de visita en Córdoba para celebrar el cumpleaños de él. "La Mezquita nos ha impresionado", coincidieron. Diego sólo lamentó que el Puente estuviese en obras, "pero seguro que merecerá la pena", dijo. Como merece subir al mirador, para ver el entorno monumental como hasta ahora solo le estaba reservado al cercano San Rafael, sobre su triunfo.