La caravana electoral del PSOE entra en Priego de Córdoba. El bus se detiene en la plaza de la Constitución, junto al Ayuntamiento, gobernado desde siempre por los socialistas pero donde tras las últimas municipales el PSOE pasa a la oposición gracias a un pacto PA--PP. El candidato Manuel Chaves se apea del autocar. Le esperan dirigentes socialistas. También le espera su primer paseo real por la calle en esta campaña electoral. Saludos a niños, jóvenes y adultos. Entramos en un bar--baguettería--pizzería, según reza el cartel de la puerta, con bastantes clientes. Allí le espera Carmen Calvo, para la ocasión vestida con chaqueta color naranja chillón. La galáctica se hace notar hasta sin abrir la boca. Pero cuando la abre impera por sus fueros: le dice al cronista que se ha puesto de tal guisa porque "no le gusta a Teófila (la candidata popular intentó suspender el debate de Canal Sur a causa de dicho color). De nuevo en la calle, Chaves no cesa de saludar. Comienza a gustarse, a domar su timidez. Adolescentes y algún que otro mayor se hacen fotos con él... con un móvil. ¿Habrán oído los discursos de Chaves sobre la segunda modernización?

Camino del teatro la comitiva tropieza con cuatro norteafricanos bajo un soportal. Los inmigrantes aciertan a hilvanar algo: "¡Sshapatero, sshapatero!" (sic), ¡Marrakesh!, ¡Sshapatero que me gusta a mí! ¡Viva sshapatero!". Chaves y Calvo devuelven la pelota y les comentan la belleza de la ciudad marroquí. Antes de acceder al teatro, Chaves hasta se interesa por un bebé: "Tápelo, que se va a resfriar". Dentro, ya una vez iniciado el mitin, se suceden las andanadas: "España no puede estar gobernada por alguien que tiene miedo".