Millones de lectores de todo el mundo abarrotaron ayer supermercados y librerías para hacerse con el nuevo episodio de Harry Potter. En el Reino Unido, donde el quinto libro de la serie salió a la venta la medianoche del sábado, familias enteras hicieron cola durante horas para lograr un ejemplar. Centenares de establecimientos abrieron hasta bien entrada la madrugada; muchos otros avanzaron sus horarios a las seis de la mañana.

Escenas similares se vivieron en Estados Unidos, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, donde las librerías estaban de guardia a horas desacostumbradas. Un esfuerzo sin precedentes en el mundo editorial para satisfacer la fiebre de los fans, que al fin pudieron tener en sus manos la versión en inglés de Harry Potter y la orden del Fénix.

VISITA SORPRESA

Los lectores de Edimburgo disfrutaron del privilegio añadido de contar a medianoche con la presencia de la autora, J. K. Rowling, que se presentó por sorpresa y estuvo firmando unidades en una librería de la capital escocesa.

"Uno de los grandes placeres de publicar es encontrarte con los niños que leen los libros", declaró muy sonriente la escritora, mientras anotaba las dedicatorias que le pedían los pequeños.

Con una tirada de 13 millones de ejemplares en la calle y después de dos robos previos al lanzamiento, la escritora estaba muy satisfecha de que se hubiera mantenido el secreto de la historia.

"Creo que es un milagro que no se haya descubierto nada, dado el número de libros que se han editado y la cantidad de gente que ha estado involucrada en el proceso", señaló Rowling, que ya ha comenzado a escribir el sexto libro.

Una primera edición firmada de Harry Potter y la orden del Fénix fue despachada en un furgón acorazado a la biblioteca pública de Nueva York, donde fue recibida con honores por su director, Paul LeClerc.

En otro lugar de la ciudad, en Times Square, miles de padres y niños corearon a gritos la cuenta atrás que precedió al comienzo de la venta. En Nueva Zelanda las aventuras del niño mago fueron acogidas con un maratón de lectura de 27 horas ininterrumpidas, cuyo pistoletazo de salida dio la primera ministra, Helen Clark, que leyó en voz alta los párrafos iniciales del libro.