Ya ha llegado mayo en este año extraño que nos ha tocado vivir, es tiempo de vivir recordando -ya que en este 2021 no hemos podido disfrutar de ella-la cruz de mi barrio, San José Obrero, que como la de otros barrios, plazas y lugares de Córdoba, llegada esta fecha, nos invitaban a salir y disfrutar del primer encuentro festivo del mes cordobés por excelencia a los pies de las cruces engalanadas y florecidas que se alzan en las maravillosas placitas, jardín o rincones de nuestra bonita ciudad.

Desde el mismo mayo del año anterior se está elaborando la nuestra: «...Y este año ¿Qué rincón de Córdoba nos vamos a traer a la explaná d’enfrente la palmera...?». Ideas y proyectos animosos se interrumpen unos a otros en fructífera lluvia de ideas: «La plaza de toros, el Palacio de Viana, ‘La casa el viejo’,‘ La posá el Potro...» ... Por fin un ganador consensuado surge con fuerza y, los días siguientes, se llena la asociación de fotos, planos, conversaciones, reuniones del qué, cuándo y cómo para ponerse manos a la obra.

Recién terminada la Navidad, academias de baile, coros del barrio y barrios colindantes, bailaores, bailaoras, artistas populares... van preparando guitarras, castañuelas, bombos, panderos... templando voces para acompañar las noches de la cruz.

Aún no ha comenzado la Semana Santa y la cuadrilla de mujeres y hombres más comprometida comienza la preciosista reconstrucción de la estampa de Córdoba elegida. Los vecinos les traen sus macetas y los aperos necesarios para la realización. Albañiles, fontaneros, electricistas, carpinteros dan sus manos para que entre todos pueda realizarse la fiel reconstrucción.

Las últimas noches de abril se ultiman los retoques para que, el uno de mayo, como todos los unos de mayo desde hace tiempo, en San José Obrero se levante la cruz y los vecinos llenen la explanada en inmejorable convivencia festiva que se alargará varias noches.

Una vez pasado el jurado el reconocimiento de este suele llegar en forma de premio, reconocimiento que ya ha hecho llegar la gente sencilla de nuestro barrio y, otro año más, surgen los abrazos entusiasmados, los apretones de manos, los besos. ¡Misión cumplida!... Suenan guitarras, palmas, cantos; vuelan los volantes por sevillanas, por rumbas, de las niñas y niños de cualquier escuela de baile de nuestro barrio y entre tanto, otra vez el grupo más comprometido de vecinos piensa en voz alta: «...Y p’al año que viene, ¿qué?».