Un año de la "operación militar especial"

La errática estrategia militar de Rusia en Ucrania: de la guerra relámpago al repliegue en el Donbás

Moscú preveía una victoria sencilla en el frente que en la actualidad ve lejos de su alcance

Un edificio de Kiev destruido por los ataques rusos

Un edificio de Kiev destruido por los ataques rusos / EP

Álex Bustos

Cuando recién empezó la ofensiva rusa en Ucrania, el objetivo era el todo: Moscú quería llegar a Kiev para acabar rápido con lo que el presidente ruso, Vladímir Putin, llamó "operación militar especial" para "desnazificar" y "desmilitarizar" al país vecino. La victoria parecía tan sencilla que la agencia rusa estatal Ria Novosti incluso publicó por error un artículo celebrándola pocos días después de su inicio, afirmando que "la pequeña Rusia" (Ucrania) había vuelto. En ese mismo momento, una columna de 64 kilómetros de vehículos militares se dirigía a Kiev, acechando la capital ucraniana. El despliegue inicial no surgió efecto, pues el Gobierno ucraniano no cedió y tampoco su Ejército, y sin ninguna explicación oficial, la columna se retiró.

El choque con la realidad fue brutal, y a día de hoy, un año después del anuncio del mandatario, Rusia y Ucrania siguen luchando en el frente en el este y sureste del país. El 24 de febrero de 2022 "Vladímir Putin tenía en mente una guerra breve, algo parecido al blitzkrieg –guerra relámpago en alemán, estrategia usada en la Segunda Guerra Mundial–, pero falló", comenta el analista militar independiente Denys Kolesnyk a El Periódico de Catalanya, de Prensa Ibérica. Esa fue la primera fase de la ofensiva, en la que el Kremlin subestimó el espíritu de lucha de Ucrania y el apoyo occidental. En Moscú resonaba la guerra contra Georgia de 2008, en la que derrotó a Tbilisi en un conflicto que duró poco más de una semana. El mismo presidente ruso pidió a las tropas ucranianas el mismo día que empezó la ofensiva que depusieran las armas y se fueran a sus casas. Entonces señaló que cualquier masacre potencial sería culpa de Kiev. En ese momento, Rusia sobreestimó el peso de la "hermandad eslava", que creyó que frenaría al Ejército de Volodímir Zelenski. Además de la alta moral de las tropas ucranianas –y de los civiles que se alistaron voluntariamente–, fueron claves "los misiles antitanque y los sistemas de defensa antiaérea portátiles" añade el analista, algo que fue posible por el apoyo occidental a Kiev.

Al mismo tiempo, el Ejército ruso estuvo atacando el este del país, apoyando a sus aliados de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, que posteriormente se anexionaría. En esta parte de Ucrania (juntamente con el sureste) es donde han tenido lugar la mayor parte de los combates. A principios de abril, Moscú entendió que no podía tener dos frentes abiertos y procedió a abandonar las posiciones alrededor de la capital y de la central de Chernóbil, poniendo el foco en los frentes del sur y este del país eslavo, donde consiguió conquistar, no sin un rastro de destrucción, ciudades como Mariúpol, que actualmente sigue bajo control ruso. Una de las carencias que sufrían las tropas rusas en ese momento era la falta de hombres en el frente, y el grupo de mercenarios Wagner empezó entonces a reclutar a presidiarios rusos para combatir contra Ucrania. Lo que en un principio ayudó a conquistar algunas localidades del Donbás, no fue suficiente para mantener el pulso a Ucrania, que ha estado recibiendo ayuda económica y militar de Estados Unidos y otros países occidentales, algo que ha resultado clave para evitar una derrota veloz.

Más leña al fuego

El 8 de marzo, Putin se dirigió a las mujeres de Rusia para asegurar a las madres, hijas, hermanas y esposas de todo el país que no se realizaría un llamamiento a filas. Sin embargo, el 21 de septiembre, él mismo anunció una movilización parcial que desató el pánico en las fronteras terrestres y disparó los precios de los billetes de avión. La contraofensiva ucraniana de principios de septiembre puso contra las cuerdas al Ejército ruso y ya no se podía negar la evidencia en el Kremlin: el frente necesitaba más hombres, y con los presidiarios reclutados por el grupo Wagner no era suficiente. "Al inicio de la invasión las fuerzas no eran suficientes para garantizar la ocupación de Ucrania e instalar un gobierno títere pro-ruso en Kiev", explica Kolesnik. Según este analista, "la falta de soldadesca se notó y los rusos se vieron obligados a llamar a filas para mantener la presión a Ucrania". Y prevé que "la movilización continúe, pero más disimuladamente", para evitar que el éxodo sea mayor.

En ese momento, en un intento de asegurar lo que se había conseguido hasta ese momento, Rusia celebró los "referéndums" de anexión de las regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, sin reconocimiento de la comunidad internacional, para reivindicar que las provincias bajo su control eran suyas de forma "legítima" a sus ojos. Ese esfuerzo de reclutamiento extraordinario no frenó el avance ucraniano y Moscú abandonó parte de lo que, en su opinión, es de su propiedad, como es el caso de la ciudad de Jersón, a día de hoy controlada por Kiev.

La llegada del invierno a finales de noviembre frenó los avances de ambos lados, ante las dificultades para moverse y suministrar material a sus efectivos. La paz en Ucrania por ahora parece algo lejano. El mismo presidente ruso apuntó este martes que Rusia irá "hasta el final". "Por ahora, los rusos han fracasado en establecer superioridad en el espacio aéreo ucraniano", apunta Kolesnyk, antes de pronosticar que en los próximos meses "los ucranianos recibirán misiles de largo alcance y aviación para liberar el país". Ucrania recientemente ha estado pidiendo a sus aliados occidentales cazas de combate F-16, aunque por el momento ningún país ha enviado este tipo de aviones a Ucrania.