Asedio, guerra, hambre y muerte invaden Tigray, la región más septentrional de Etiopía. Desde hace poco más de un año, concretamente desde noviembre de 2020, la región fronteriza con Eritrea permanece bajo un constante asedio fruto del conflicto que se libra entre rebeldes de la zona y el Ejército comandado por el Gobierno central, pero ahora, ante el recrudecimiento de los ataques, la ayuda humanitaria ha dejado de llegar.

Desde el inicio del conflicto han sido brutalmente asesinados miles de civiles cooperantes y la ayuda humanitaria se convirtió en el único sustento de muchos otros. Hace poco más de seis meses, el 24 de junio de 2021, María Hernández, de 35 años, coordinadora de emergencias en Tigray de Médicos Sin Fronteras (MSF); Yohannes Halefom Reda, de 32 años, coordinador adjunto; y Tedros Gebremariam, de 31 años, conductor, fueron asesinados mientras prestaban ayuda a la población afectada por el conflicto en la región. Aún hoy, sigue sin esclarecerse la responsabilidad del asesinato ni las circunstancias que rodearon este terrible hecho.

Las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, el uso de la violencia sexual como arma de guerra y la segregación de personas en campos de concentración en función de su origen ético han hecho especialmente cruento este conflicto. El asedio y la guerra han dejado un panorama en el que una población de aproximadamente siete millones de personas se ha visto totalmente aislada y desprovista de alimentos, medicamentos, electricidad, bancos, telecomunicaciones e incluso información.

No llega la ayuda humanitaria

El bloqueo se extiende incluso a la ayuda humanitaria. "El bloqueo está sumiendo a la población en un infierno y supone un insulto a la humanidad", denunció la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado jueves. Su director, Tedros Adhanom, es oriundo de la región. "Es algo espantoso e inimaginable en nuestro tiempo, en el siglo XXI, que un gobierno esté negándole a su propio pueblo desde hace más de un año la comida y las medicinas y la paz para sobrevivir", dijo recientemente a la prensa. En la actualidad, a pesar de la magnitud de las necesidades humanitarias a las que se enfrenta el pueblo en muchas regiones del país, las oenegés y agencias gubernamentales aún no pueden reiniciar y ampliar su respuesta para atender esas necesidades. La Unión Europea ha proporcionado más de 150 millones de euros desde el inicio del conflicto para ayuda humanitaria en la zona.

Los ataques con drones se han convertido en algo habitual. Tanto así que Naciones Unidas ha confirmado que tanto el propio organismo como sus socios humanitarios han reducido sus movimientos en el noreste de la región etíope tras el bombardeo contra un campamento de refugiados tigriños que pasado 7 de enero causó la muerte de más de 50 personas.

Tensión en el Cuerno de África

La UE alertó hace un par de semanas de que el recrudecimiento del conflicto armado en Etiopía amenaza con desestabilizar toda una zona con más de 200 millones de habitantes y que ya soporta la tensión de gigantescos desplazamientos internos de población, como es el Cuerno de África. Bruselas teme que el conflicto etíope acabe arrastrando a países de la zona como Sudán, Sudán del Sur o Somalia, además de Eritrea, que ya se encuentra implicada.

Según datos de la Comisión Europea, el conflicto etíope ha llevado a más de dos millones de personas a huir hacia otros países en busca de refugio. En su mayoría han recalado en Sudán, cuyas autoridades, desbordadas, han amenazado con forzar la salida masiva de migrantes hacia Europa o Estados Unidos. 

Conflicto en Tigray

En noviembre de 2020, el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF) tomó las armas después de que el primer ministro etíope y Premio Nobel de la Paz en 2019, Abiy Ahmed, enviara al ejército a esa área del país para destituir a las autoridades regionales (pertenecientes al TPLF), que cuestionaban su autoridad y a las que el 'premier' acusaba de haber atacado bases militares. El TPLF respondió con una contraofensiva y progresó hasta las regiones vecinas de Amhara y Afar, antes de replegarse a finales de diciembre en su feudo de Tigray, ante la ofensiva de las fuerzas federales.

El TPLF acusa a Abiy de azuzar las tensiones desde su llegada al poder en abril de 2018, cuando se convirtió en el primer oromo en acceder al cargo. Hasta entonces, el TPLF había sido la fuerza dominante dentro de la coalición que gobernó Etiopía desde 1991, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), sustentada en las etnias. El grupo se opuso a las reformas de Abiy, que consideró como un intento de socavar su influencia.