Por segunda vez en diciembre, y con las tensiones disparadas en Ucrania, los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Joe Biden y Vladimir Putin, ha mantenido este jueves una conversación telefónica. La llamada, que fue solicitada por el líder ruso, ha durado 50 minutos.

En un comunicado tras el diálogo entre los dos mandatarios la portavoz de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, ha asegurado que “Biden ha urgido a Rusia a desescalar tensiones con Ucrania” y “ha dejado claro que EEUU y sus socios y aliados responderán contundentemente si Rusia invade más Ucrania”. Asimismo, según Psaki, el mandatario estadounidense ha reiterado que el “avance sustantivo” en el diálogo tanto bilateral como en el de Rusia con la OTAN y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, tres reuniones que se celebrarán en enero, “solo puede producirse en un ambiente de desescalada y no de escalada”.

Tropas y exigencias

La creciente crisis se ha disparado por el despliegue y concentración de tropas y arsenales de Rusia en la zona fronteriza con su vecino occidental y el temor a una ocupación, y ha empeorado por las exigencias que Putin ha realizado antes de esas reuniones que se abrirán con el Diálogo de Seguridad Estratégica el 10 de enero, posiblemente en Ginebra, una bilateral en la que en principio no participarán personalmente los dos líderes y donde las delegaciones estarán encabezadas por los subsecretarios del Departamento de Estado y el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.

 El elemento central de las demandas del Kremlin es una propuesta para sellar un tratado en el que se garantice que Ucrania y también Georgia nunca se unirán a la OTAN y que la Alianza no desplegará armas en antiguas repúblicas soviéticas pero van más allá y contemplan incluso una especie de derecho de veto del Kremlin a posibles despliegues militares en países que desde hace más de dos décadas son estados miembro de pleno derecho en la Alianza Atlántica. Hace nueve días Putin amenazó con una respuesta “militar y técnica” si no se cumplen esas demandas.

En los últimos días Washington se ha esforzado por dejar claro que está negociando con aliados para ofrecer la “respuesta contudente” a la que ha aludido Biden en su diálogo con Putin. Esta incluiría imponer sanciones económicas, considerablemente más duras que las que se implementaron tras la anexión de Crimea en 2014, si Moscú ataca Ucrania, pero también dar refuerzo a la OTAN y más asistencia a Ucrania para defenderse.

Táctica de presión

Dada la situación actual no faltan voces que interpretan la petición de Putin de mantener la conversación con Biden como una táctica para elevar la presión, buscando provocar una respuesta a sus demandas y un pretexto para la acción militar.

Antes de la llamada Putin había enviado un mensaje de felicitación de las fiestas a Biden en que apostaba por el trabajo conjunto. “Podemos avanzar y establecer un diálogo efectivo entre Rusia y EEUU basado en el respeto mutuo y en la consideración de los intereses nacionales de cada uno”, ha dicho en ese mensaje, en el que ha dejado claro también que espera que se cumplan sus demandas.

 La víspera de la llamada fuentes de la Administración estadounidense aseguraron que el despliegue de tropas y capacidades rusas en la frontera con Ucrania, un país que también está sufriendo ciberataques de baja intensidad pero continuados aparentemente destinados a penetrar en sus infraestructuras, “sigue siendo una fuente continúa de gran preocupación”. Un análisis de la inteligencia estadounidense publicado este mes por 'The Washington Post' estima que Rusia está preparada para mover hasta 175.00 soldados. Aunque se cree que Putin no ha tomado aún la decisión, se predice que una potencial ofensiva podría suceder a finales de enero o en febrero.