Tras decidir en el 2015 involucrarse en la guerra de Siria, Rusia ha conseguido su objetivo de decantar el conflicto a favor de Bashar el Asad. Su intervención es tan contundente y decisiva para el curso de la guerra que Moscú es la potencia internacional más influyente en Siria. Asad obedece las indicaciones del Kremlin. Antes que esta tregua, la evacuación de Alepo ya fue negociada en Moscú.

Rusia ha aumentado su prensencia militar en Siria con una gran base aérea con 4.300 militares. Moscú ha conseguido irrumpir como potencia en Oriente Próximo, de cuyo tablero había quedado marginado desde la caída de la URSS. Si logra imponer un nuevo acuerdo de paz, se apuntará un nuevo tanto y aparecerá como pacificador de ese conflicto.