El éxodo de los refugiados no tiene fin. Después de que Hungría desplegara al Ejército y colocase una valla en su frontera con Serbia, miles de personas se vieron obligadas a tomar otra dirección para llegar al norte de Europa. Ayer, Croacia vivió escenas de caos y desesperación cuando centenares de personas rompieron el cordón policial en la ciudad fronteriza de Tovarnik.

Hasta ahora, el país balcánico no se había visto prácticamente afectado por el flujo migratorio de miles de personas que huyen de la guerra. El cierre de la puerta de Hungría, aplicado el lunes, ha llevado a toda esa gente hacia Croacia, que se está viendo desbordada. Desde el miércoles por la mañana, unos 9.000 refugiados llegaron al país, cansados y frustrados por el cambio de ruta a que les forzó las políticas del ultraconservador primer ministro húngaro, Viktor Orbán. El mandatario anunció también que planea levantar otra valla en la frontera con Croacia y Rumanía. Un grupo de 250 refugiados pudo subirse a un tren y llegar por la noche a Eslovenia.

Ante el alud de refugiados que se precipita sobre Croacia, la presidenta del país, Kolinda Grabar Kitarovic, pidió al Ejército que esté preparado para defender la frontera de la "inmigración ilegal", unos términos y medidas que empiezan a recordar la línea dura de Budapest. Según las autoridades, los refugiados que quieran entrar en el país deberán pedir asilo desde la frontera. Eso significa quedar atrapados en el mismo limbo que es Röszke. El bloqueo de entrada en Hungría fue demasiado frustrante para los que llegaron allí y derivó en enfrentamientos con la policía y el Ejército. La ONU denunció que algunas acciones de Budapest "son claras violaciones del derecho internacional". Esas imágenes, con gases lacrimógenos, piedras, cañones de agua del Ejército y heridos en ambos bandos, podrían haberse repetido de nuevo en Tovarnik.

PANICO En las imágenes de caos vividas ayer en la frontera croata se vio el pánico y la desesperación de los que intentan llegar al norte de Europa. Cientos de personas aplastadas las unas contra las otras, esperando horas de pie y pasando hambre y sed. Croacia no quería repetir el lamentable espectáculo visto en Hungría, así que la policía no hizo uso de la fuerza e intentó empujar atrás a los refugiados, pero se vieron desbordados por el ímpetu de los que aún no han llegado al final de su trayecto. Croacia es una ruta complicada por su accidentada geografía. Por eso, una vez dentro del país balcánico, los refugiados empezaron a saltar de nuevo hacia Hungría por la frontera de Illocska, donde aún no ha llegado el alambre de hierro. Croacia también podría ser una vía peligrosa por las 50.966 minas sin detonar que ocupan 500 kilómetros cuadrados de territorio.

Según los estatutos de la UE, los refugiados deben solicitar el permiso de asilo en el primer país miembro al que lleguen, pero muchos no quieren ser registrados. Aunque Croacia dijo que permitiría la entrada de refugiados para que viajasen al norte, la reacción ha sido más contundente. Croacia es el miembro más joven de la UE y no forma parte del espacio Schengen. Eslovenia, en su límite norte, sí aplica la libre circulación pero teme que la postura de Zagreb mande refugiados a su país y ya está reforzando su frontera.