Rebekah Brooks, la mujer más poderosa en la prensa británica durante años, reapareció ayer en público. En un día de vientos huracanados, decenas de cámaras la esperaban a la entrada del edificio del Old Bailey, en Londres. Brooks, acostumbrada a pisar firme y a quien fuera necesario, será juzgada en el histórico tribunal, por el que han pasado algunos de los criminales más famosos de Inglaterra. Contra ella se han presentado cinco cargos por interceptar ilegalmente teléfonos ajenos, obstruir la acción de justicia y corromper a funcionarios públicos.

Al lado de Brooks, en el banquillo de los acusados, se sienta buena parte de la que fuera cúpula periodística del imperio de Rupert Murdoch. El juicio de ocho imputados por sus vínculos con el escándalo de las escuchas telefónicas en el el desaparecido dominical News of the World , volverá a revolver en la basura del periodismo sensacionalista. Y las salpicaduras pueden alcanzar al primer ministro.

David Cameron está íntimamente relacionado con tres de los principales acusados. A Brooks, la pelirroja que entró como secretaria a los 21 años en el grupo Murdoch y 10 años después dirigía News of the World , la frecuentaba en actos oficiales, reuniones mundanas y a lo largo de algunos fines de semana. Pasaron juntos las Navidades del 2010. Con el marido de Rebekah, Charlie Brooks, también procesado por tratar de destruir pruebas inculpatorias, mantiene una vieja amistad. Desde que los Brooks fueron procesados, Cameron no ha vuelto a parecer en público a su lado.

El tercer imputado de gran relevancia es Andy Coulson, designado por Murdoch para suceder a Brooks en la dirección de News of The World cuando la periodista favorita del magnate ascendió a consejera delegada del grupo de prensa en el Reino Unido. Acusado ahora de escuchas ilegales y soborno a funcionarios públicos, Coulson dimitió como director del dominical en el 2007, cuando por primera vez salió a relucir el pinchazo al móvil de algunos miembros de la realeza.

Jefe de comunicación

Solo seis meses después del incidente, Cameron, entonces en la oposición, le nombró su consejero y en el 2010, ya primer ministro, jefe de comunicación.

El escándalo sacudió los pilares de la sociedad británica. El grupo de Murdoch ha tenido que pagar muchos millones de libras en indemnizaciones. La práctica de los pinchazos parece excluida como método para lograr exclusivas. Los sobornos a policías y funcionarios de prisiones, teóricamente también. Pero no se ha logrado acordar el nuevo marco de regulación del sector periodístico para evitar que se repitan excesos de ese tipo, como aconsejó el juez Brian Leveson.