El suspense se ha vuelto tan habitual que empieza a ser una molesta rutina. Demócratas y republicanos apuraron hasta última hora para desactivar la crisis que amenazaba con abocar a la primera economía mundial a la suspensión de pagos, un escenario que podría haber generado consecuencias calamitosas para el resto del mundo. Poco más de 12 horas antes de que el Tesoro se quedara sin apenas fondos para pagar sus facturas, se cerró el acuerdo esbozado el lunes en el Senado para reabrir el Gobierno y aumentar el techo de la deuda. Al cierre de esta edición, el pacto tenía que ratificarse todavía en las dos cámaras, pero no se esperaban sorpresas.

BOLSAS AL ALZA Una sensación de alivió generalizado se impuso en Washington y en los centros financieros de Wall Street. Las bolsas reaccionaron con subidas, y chinos y japoneses --los mayores acreedores de la deuda estadounidense-- pudieron respirar tranquilos. Aunque nadie esperaba que el Tesoro tuviera que suspender pagos de forma inmediata si se sobrepasaba la fecha límite del 17 de octubre sin un acuerdo, pocos dudaban que se estaba jugando con fuego. Fitch, la agencia de calificación de riesgos, puso el martes la triple A del país en previsión negativa. Y diversos economistas advirtieron que estas crisis fiscales están minando la confianza en la economía de EEUU, cuya deuda sirve de aval para muchas de las transacciones financieras globales

Fue en el Senado donde se impuso la cordura. Allí se acabó cerrando el pacto negociado el lunes por el demócrata Harry Reid y el republicano Mitch McConell, una solución que los conservadores de la Cámara baja torpedearon el martes con su amago de contrapropuesta. El acuerdo elevará el techo de la deuda hasta el 7 de febrero y financiará a la Administración federal hasta el 15 de enero, un respiro para las cientos de miles de personas que sufren desde hace 16 días las consecuencias del cierre parcial del Gobierno.

PACTO FISCAL También prevé que se cree una comisión bipartidista para negociar antes de mediados de diciembre un pacto fiscal a largo plazo y remozar el sistema tributario. Esta idea ya se ensayó tras la batalla por el techo de la deuda de hace dos años, pero acabó en fracaso, lo que condujo a los recortes arbitrarios del denominado secuestro , un hachazo de austeridad en toda regla.

Como reconocieron ayer algunos republicanos, finalmente salen derrotados de este pulso. No solo porque comen tierra en las encuestas, sino porque iniciaron este pulso con la única intención de sabotear o tullir la reforma sanitaria del presidente Obama. Y Obamacare sale indemne. Lo único que cambia es que se reforzarán los controles para garantizar que solo optan a seguros subsidiados las rentas estipuladas por la ley. "Los republicanos tienen que entender que hemos perdido esta batalla, como ya predije hace semanas", dijo el senador John McCain. "No hemos ganado", admitió John Boehner, el speaker de la Cámara de Representantes.

Lindsey Graham, lo expresó en otros términos. "Nos llevamos algunas migajas y dejamos en pie el molino entero". El único consuelo que les queda es que los demócratas no han logrado acabar con el secuestro, una de sus pretensiones en las negociaciones finales, aunque han logrado que el Tesoro pueda recurrir a medidas extraordinarias para seguir endeudándose sin mandato a partir del 7 de febrero.

Al cierre de esta edición se esperaba que la resolución se votara ayer mismo, primero en el Senado y más tarde en la Cámara de Representantes, donde tendría que ser aprobada con una mayoría de votos demócratas ante la resistencia de muchos conservadores de dar su brazo a rorcer. Pero al menos no se esperaba ninguna maniobra dilatoria, después de que Ted Cruz, el senador del Tea Party que ha marcado los tiempos de esta pelea, reconociera que sería estéril.

Desde las bancadas demócratas se dijo que no era día para culpar a nadie de lo sucedido. No les hace falta. El país ya ha emitido su veredicto y dejan además al Partido Republicano sumido en una guerra civil.