Para los españoles residentes en Argelia, unos 700, la amenaza islamista no es un fenómeno nuevo. "Nos hemos acostumbrado a vivir con ello", cuenta a este diario José Antonio Doñoro, analista de mercados de la Oficina Comercial española en Argel, la capital. El próximo año cumplirá veinte en el país y nunca se ha planteado volver a España. Tampoco ahora.

"Tomamos precauciones, sobre todo aquellos que solemos acudir a lugares que pueden ser objetivo de Al Qaeda. No voy a volver a la iglesia de Hiydra, donde asistía a misa, porque no me ofrece ninguna garantía de seguridad y los templos son objetivo de los terroristas", señala con tono muy sereno.

Aunque la operación de secuestro se ha producido a 1.500 kilómetros de la capital argelina, el temor a que las células durmientes de los terroristas se activen en Argel está muy presente. De hecho, Argelia ha elevado el nivel de alerta de seguridad y, a ojos de los españoles, se ven más controles en zonas estratégicas.

Más vigilantes

Las advertencias de los terroristas de atacar los intereses de Occidente en cualquier país del mundo árabe musulmán ha calado también en Javier Buitrap, que desde el año 99 reside en la capital argelina, donde trabaja como gerente de una empresa que fabrica detergentes. "Andamos más vigilantes aunque te voy a ser franco. No siento el miedo que me produjo el atentado contra las Torres Gemelas en el 2001. Solo llevaba dos años en Argel y me producía pavor los posibles efectos directos que podían tener sobre Argelia".

Desde el último atentado en Argel, en diciembre del 2007, se endurecieron las restricciones para la comunidad extranjera para salir de la capital. "No podemos tomar las carreteras convencionales, viajar al desierto o salir de la provincia sin la autorización previa de las autoridades argelinas", comenta el fotógrafo español Iñaki Do Campo. Lamenta que se haya visto obligado a cancelar un viaje al sur de Argelia para inmortalizar dos "espectaculares" parques nacionales.