En un contexto dominado por los gobiernos conservadores y la política de austeridad impuesta por el tándem franco-alemán, conocido como Merkozy, François Hollande se ha convertido en la esperanza de la izquierda europea. Ayer, el candidato socialista a la presidencia francesa quiso demostrar que no está solo en la defensa de otro camino para salir de la crisis. Reunidos en París, los principales partidos socialistas de Europa respaldaron su polémica iniciativa de renegociar el tratado presupuestario suscrito por la mayoría de países de la UE a fin de poner disciplina en sus cuentas.

Frente a las críticas que le han llovido por cuestionar el pacto, Hollande insistió en que, si gana las presidenciales del próximo 22 de abril y 6 de mayo, Francia no ratificará los acuerdos si no se introducen medidas para fomentar el crecimiento. Entre sus propuestas, figura una tasa sobre las transacciones financieras, la intervención del Banco Central Europeo o la emisión de eurobonos para inversiones.

"No estaré solo, porque tendré aliados, y no serán todos progresistas, porque muchos en Europa quieren cambiar", declaró citando a los gobiernos conservadores de España y Holanda, que admiten su impotencia para cumplir con los draconianos objetivos de control del déficit. "El tratado de estabilidad debe ser completado por una iniciativa europea en favor del crecimiento y el empleo", apuntaló el líder del Partido Socialdemócrata Alemán, Sigmar Gabriel. También participaron el presidente del Partido Demócrata italiano, Pier Luigi Bersani, y el presidente del Parlamento Europeo. El PSOE estuvo representado por Diego López Garrido.

A diferencia de Nicolas Sarkozy, que en la última semana ha logrado atrapar a su rival socialista en los sondeos a base de explotar el sentimiento antieuropeo amenazando con abandonar Schengen, Hollande hizo un discurso profundamente europeísta. "El sueño francés que defiendo es indisociable del sueño europeo. Quiero dar una nueva esperanza a la aventura europea", proclamó.

El candidato al Elíseo advirtió contra el "peligro" de que los europeos "a fuerza de decepciones y de desilusiones" se vuelvan en contra "del ideal construido durante 50 años". "Europa se ha debilitado a medida que se alejaba de los pueblos, que no respondía a sus aspiraciones, que ha aparecido como impotente ante los mercados", analizó.

"Esta crisis es la del liberalismo desatado, de las finanzas sin reglas y de la desaparición de las intervenciones públicas" subrayó. Para hacer realidad el "renacimiento" de Europa, consideró necesaria una política "más justa, más solidaria, más social". En un acto destinado a contrarrestar la imagen de aislamiento del candidato, objeto de un supuesto pacto de mandatarios europeos para ningunearle, Hollande concluyó: "Jamás una elección presidencial ha supuesto tal reto, a la vez permitir la alternancia en Francia y levantar la esperanza en Europa".