Nicolas Sarkozy puso ayer fin al falso suspense. "Sí, soy candidato a la elección presidencial, no hacerlo sería un abandono. ¿Se puede imaginar a un capitán de barco abandonando el puesto en plena tempestad?", declaró en el telediario de TF-1, el de mayor audiencia, a poco más de dos meses de las elecciones al Elíseo, que se celebrarán el 22 de abril (primera vuelta) y el 6 de mayo.

El presidente llegó con su esposa, Carla Bruni, y salió como aspirante a la reelección tras defender su balance y su actuación ante la crisis. "Me dirijo a todos los franceses, no solo a la derecha, sino a todos los que no tienen ganas de conocer la situación de Grecia o España", advirtió. "He visto muchos políticos que han prometido el sueño francés y siempre ha acabado en pesadilla", dijo en alusión a su rival socialista, François Hollande. "Creo en el trabajo, la responsabilidad, la autoridad y la solidaridad", reiteró, al tiempo que defendió su idea de convocar referendos sobre los derechos de los parados y los extranjeros.

El Sarkozy candidato se mostró ofensivo, pero sin la convicción y el entusiasmo que lo caracterizan. Unas declaraciones previas de Christian Vanneste, diputado del partido de Sarkozy, la UMP, también empañaron el momento. "No hubo deportación de homosexuales en Francia. Es una leyenda", soltó Vanneste, a quien la UPM ha abierto un expediente de expulsión.

POLEMICA Para los socialistas, esas afirmaciones "no solo son homófobas, también negacionistas". Cuestionar el Holocausto es delito en Francia. "Condeno esas palabras hirientes. No estoy de acuerdo con el matrimonio homosexual, pero la homofobia me horroriza", recalcó Sarkozy.

El jefe del Estado eligió el momento para oficializar su candidatura: durante el segundo gran mitin de Hollande. "El presidente candidato es hoy candidato presidente. La verdad, es candidato desde hace cinco años", ironizó el socialista en Rouen, su ciudad. "En lugar de proclamar su candidatura debería excusarse por favorecer a los ricos", disparó, antes de acusarlo de flirtear con la extrema derecha.

Hollande hizo una exhibición de unidad de partido. El reto es mantener la tendencia favorable en los sondeos tras invertir la ventaja con la que suele partir el presidente saliente. Hasta el punto de que el semanario Express titula en portada: "¿Sarkozy puede batir a Hollande?".