Una medianoche infernal y un dramático amanecer marcaron ayer la mayor tragedia registrada en una cárcel latinoamericana. Más de 350 presos murieron en medio de un incendio en la cárcel de Comayagua, en Honduras, y centenares de familiares, en su mayoría mujeres, se enfrentaron con la policía, rompieron los portones de la prisión y entraron a la fuerza a buscar a los suyos en medio de un dantesco panorama. "Nos estábamos quemando y no abrían las celdas", pudo decir uno de los 80 reos que, aunque con quemaduras y otras heridas, sobrevivieron a la tragedia.

El fuego se inició poco antes de las 11 de la noche, probablemente con el incendio de un colchón, y se extendió por uno de los dos módulos de la llamada Granja Penal de Comayagua. Medio recinto carcelario ardió durante tres horas.

Un portavoz de los bomberos, Josué García, aseguró haber visto escenas dantescas dentro de la prisión. García dijo a la agencia AP que los reclusos murieron por las llamas y por falta de oxígeno en sus celdas. Y explicó: "No podíamos sacarlos porque no teníamos las llaves y no podíamos encontrar a los guardias que las tenían". Solo se salvaron los que lograron salir por el techo y saltar fuera del edificio. Y algunos de ellos, según las autoridades, se escaparon.

ATAQUE DESESPERADO Los familiares de los reos se reunieron, entre escenas desgarradoras, frente a la granja penal. "Esto es desesperante, no nos dicen nada y pienso que mi marido está muerto", dijo una mujer, Gregoria Zelaya, en la televisión. Fuera del penal, unos 300 familiares desesperados arremetieron a pedradas contra la policía, rompieron los portones y se agolparon en el patio central mientras los policías acorralados disparaban al aire. El Ejército les desalojó con disparos al suelo.

"Mi corazón está con ustedes", atinó a decir el presidente hondureño, Porfirio Lobo, en una triste aparición televisiva. Lobo afirmó que la tragedia acaecida en la prisión era "lamentable" e "inaceptable" y ofreció sufragar los gastos fúnebres de las víctimas. A continuación, suspendió a todas las autoridades penitenciarias del país y aseguró una "investigación independiente". Esta medida ya la habían exigido las organizaciones de defensa de los derechos humanos así como algún organismo internacional, como la Organización de Estados Americanos (OEA).

IDENTIFICACION A mediodía de ayer, las cenizas de las víctimas salían en bolsas del módulo quemado, mientras expertos forenses volaban desde Chile para ayudar en la identificación de los restos. El dolor se extendió por Comayagua después de que un funcionario leyera los nombres de 470 supervivientes.

El funcionario no concretó la cifra total de reclusos en una cárcel diseñada para 250 y que el aumento de la criminalidad, como en toda esa región centroamericana, ha desbordado. Sobre la puerta de la cárcel, un lema reza: Hágase justicia aunque el mundo perezca.