Acosado por las críticas incluso en las filas de su propio partido, el presidente Barack Obama salió ayer en defensa de la intervención militar en Libia, celebró los "progresos importantes" obtenidos hasta ahora en la operación Odisea al amanecer para evitar una masacre de civiles y reiteró que es responsabilidad de Estados Unidos intervenir cuando alguien amenaza con un "baño de sangre".

"No nos equivoquemos, gracias a una actuación rápida hemos podido evitar una catástrofe humanitaria y hemos salvado la vida de incontables civiles, hombres, mujeres y niños que son inocentes", subrayó Obama en su tradicional mensaje de los sábados, respondiendo a las críticas de la oposición republicana y de algunos sectores demócratas por no haber pedido autorización previa del Congreso para actuar.

Una intervención de poco más de cuatro minutos en la que el líder estadounidense pareció sentirse más cómodo en su papel de presidente que en el de comandante en jefe y en la que no mencionó ni una vez la palabra guerra. Pese a las críticas, los sondeos demuestran que predominan los norteamericanos que apoyan la gestión de Obama en la crisis libia (47% a favor frente al 37% en contra, según el último sondeo de Gallup).

Mientras los aliados ultimaban los detalles para traspasar el mando a la OTAN, los máximos responsables de la Unión Africana y la Liga Arabe unieron sus voces ayer desde El Cairo para exigir un alto el fuego en Libia.