No habían pasado ni tres semanas desde la elección de Barack Obama cuando el Mando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos presentó un informe en el que identificaba las dos naciones con mayor riesgo de sufrir un "rápido y repentino colapso" que, de suceder, pondría en riesgo la seguridad nacional de EEUU. Una era Pakistán. La otra, México.

Desde la presentación de ese informe el 25 de noviembre, las alarmas han sonado en Washington sobre la situación del vecino del sur, asediado por la cada vez más intensa violencia en la guerra del narcotráfico y afectado por la crisis global.

El Departamento de Justicia señaló en diciembre a los narcos como la mayor amenaza de crimen organizado para EEUU. Esta semana, en una sesión en el Congreso, el director nacional del espionaje estadounidense, Dennis Blair, denunció que el Gobierno mexicano no tiene el control sobre partes de su territorio, una acusación que provocó la indignada reacción del presidente mexicano, Felipe Calderón, el primer líder extranjero al que Obama recibió en la Casa Blanca. Y el propio Obama ha confirmado que prepara una revisión de su estrategia respecto a México.

POLEMICA Uno de los puntos más polémicos en esa estrategia es el posible envío a la frontera de la Guardia Nacional, un paso que han pedido a Obama los gobernadores de Texas y Arizona, preocupados con que la violencia salte la frontera, pero que rechazan otros políticos y autoridades regionales, a los que preocupa la falta de entrenamiento de los militares en temas de patrullaje e inmigración. Y aunque Obama el jueves aseguró que se opone a la militarización de la franja fronteriza, en cuyo muro virtual se han invertido ya más de 460 millones de euros, dejó la puerta abierta a la opción.

"Vamos a examinar si el despliegue de la Guardia Nacional tendría sentido y bajo qué circunstancias. Si un ciudadano estadounidense es asesinado por extranjeros envueltos en crímenes violentos, eso es suficiente preocupación para hacer algo al respecto", aseguró el presidente en una entrevista con medios regionales en la Casa Blanca.

Obama sabe que debe andarse con pies de plomo, porque en el imperio de los señores de la droga mexicanos hay factores en los que EEUU tiene responsabilidad. Como recordó Calderón en su reacción ante las palabras de Blair, EEUU es "el mayor consumidor de drogas del mundo y el mayor proveedor de armas". Se calcula que nueve de cada 10 armas usadas por los cárteles mexicanos proceden del norte.

De momento, la línea de Obama es mostrar respaldo y admiración por la lucha de Calderón, que recientemente incrementó la presencia militar en la frontera con 3.000 soldados, con lo que las tropas desplegadas alcanzan ya los 45.000. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, viajará a México y Monterrey los días 25 y 26 de este mes. El viernes Washington aprobó el envío de cinco helicópteros para las autoridades mexicanas dentro de la Iniciativa Mérida de colaboración en la lucha contra el narcotráfico. Y esta semana, cuando Obama firmó su ley de gasto, aprobó una partida de ayuda de más de 230 millones de euros para la lucha contra las drogas y la corrupción en México.