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MÚSICA

Kilema

El músico de Madagascar presenta su cuarto disco en el Góngora

Kilema

Procedente de la mágica isla de Madagascar, vía París, Kilema decide echar raíces en Córdoba, donde reside desde hace unos años con su familia. Sin embargo, sus numerosos compromisos en festivales étnicos y conciertos por todo el mundo en los últimos años han motivado la escasez de oportunidades como esta para escuchar a este gran artista en los escenarios cordobeses. La música de Randrianantoandro Clement -Kilema- se nutre de la herencia de sus ancestros, de sus ritos y tradiciones religiosas, que plasma con instrumentos autóctonos como el Kabosy, pequeña guitarra fetiche que usan los pastores de cebúes, o el Marovany, instrumento de cuerda usado desde siempre en los cultos animistas. Hoy, mezclados con la experiencia y la influencia instrumental cobradas en el hemisferio norte, hacen poseedor a Kilema de un bagaje cultural recopilado en conciertos por medio mundo, primero de la mano de Justin Vali Trío, uno de los grupos más importantes de Madagascar, y más tarde con sus propios músicos parisinos con los que grabó Ka Malisa, su primer trabajo en solitario, en 1999, que le llevó a participar en una de las giras Real World & Womad organizadas por Peter Gabriel.

Ya desde Córdoba, ha participado en citas de música étnica como Etnosur o en convocatorias como el Espárrago Rock, entre otras, además de conquistar con periodicidad los circuitos ingleses, centroeuropeos, escandinavos y asiáticos, convirtiéndose así en uno de los mejores embajadores culturales de Madagascar. Lanzó al mercado dos discos más, Lavi-Tany, en 2005, grabado en España, y Mena (2008), editado en Holanda. Ha contado para su empresa con músicos cordobeses de calibre, en una banda a la que pronto se incorporó Nesta, hermano de Kilema, a cargo de la melódica, la percusión malagasy, el katsá y las voces, y en la que reaparece el bajista Pedro Delgado junto al versátil percusionista Manuel Luque.

Kilema lidera además un proyecto de conciertos didácticos en los colegios y universidades que comenzó a realizar en Suecia y Noruega el año 2009 y que ha continuado en España, con la música como eje central y elemento de acercamiento y comprensión de otras realidades y culturas. Consciente de la importancia de la educación, este trabajo con niños y jóvenes en muy diversos países va sembrando un mensaje de cooperación y tolerancia que constata que los niños son nuestro futuro.

Coincidiendo con su 25 aniversario en Europa, Kilema lanza su cuarto trabajo discográfico, profundizando en sus raíces culturales. En la madurez profesional, Kilema ha depurado la creación de su música y su texto con una intención clara: denunciar los abusos y desigualdades que sufren en su país de origen. Madagascar es rico en recursos naturales de todo tipo, pero sus gentes viven tremendamente empobrecidas debido a especuladores y políticos sin escrúpulos que mal venden toda esa riqueza.

Ampy zay ofrece esa mezcla agridulce de las creaciones de Kilema. Por un lado, su música te invita a disfrutar, a trascender, a reir, a bailar, mientras que la letra es un aviso para que no nos abandonemos a la complacencia.

El mundo cada vez se estrecha más, y nuestras manos solidarias tienen que poder abrazarlo, para hacerlo más habitable, confortable y humano. Kilema es algo más que un músico, es un concepto vital. Como él mismo afirma, «la música es el lenguaje que nos une a todos y a todas, en ella nos encontramos, nos reconocemos y somos capaces de coincidir en armonía». Y la sonrisa de Kilema nos invita a ello. En sus discos encontramos una combinación entre la nostalgia y la añoranza de sus raíces que suponen una invitación al conocimiento de Madagascar y, en especial, a la riqueza de ritmos de su querido sur, junto a los sonidos procedentes del cruce cultural existente en la isla, herederos tanto de las influencias de Asia a través del Océano Indico, como de las señas de identidad del continente africano.

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