FERIA DE CÓRDOBA | Cambio de costumbres

Jueves gitano de ‘El Escaparate’: la otra feria secular

La jornada de este jueves tiene un significado muy especial para la comunidad cordobesa calé

Caseta de lunares, este miércoles.

Caseta de lunares, este miércoles. / CÓRDOBA

Juan M. Niza

Juan M. Niza

Este jueves El Arenal acogerá el cénit de una fiesta gitana, paralela a la propia Feria, y única en su género: ‘El Escaparate’. Un encuentro no solo de la comunidad romaní de Córdoba, sino también de la provincia y de Andalucía e incluso de más allá, que reúne a cientos de asistentes.

Hablamos de una celebración tan singular como antigua y desconocida por el resto de la sociedad cordobesa, y de la que incomprensible, sorprendente e incluso sospechosamente se ha escrito poquísimo.

En la  Feria tras su traslado a El Arenal, hace tres décadas.

En la Feria tras su traslado a El Arenal, hace tres décadas. / juan m. niza

Como describe el abogado y colaborador de Diario CÓRDOBA, el siempre comprometido con la causa gitana Marcos Santiago Cortés, se trata de una cita clásica de la Feria de entre las más antiguas, si no la que más de las que aún permanece vivas, y todo un referente de la comunidad romaní no solo de Córdoba. «Llegan autobuses organizados desde otras ciudades porque es un gran encuentro y significa mucho para todos, especialmente para los jóvenes, que se preparan con toda la ilusión del mundo y de donde salen muchos, muchísimos noviazgos. Sin ir más lejos, yo mismo conocí a mi mujer, que venía de Málaga, en ‘El Escaparate’», dice el abogado sobre esta cita donde mayores, pequeños y sobre todo jóvenes disfrutan de «hacerse ver». De ahí el nombre de ‘El Escaparate’, que le dan con cierta ironía y todo el cariño a este jueves de Feria.

Un encuentro de Feria de cabezas de familias gitanas de Córdoba en los años 50.

Un encuentro de Feria de cabezas de familias gitanas de Córdoba en los años 50. / juan m. niza

De Las Tendillas a la Victoria

El policía jubilado José Santiago Arroyo, a sus 82 años, recordaba ayer mismo cómo se vivía este encuentro cuando se celebraba cerca de Las Tendillas, entre la calle de La Plata, la plaza de Los Bañuelos y la calleja Barqueros.

Después, y ya en el Paseo de la Victoria, el encuentro iba teniendo lugar sucesivamente en el entorno de El Molino Rojo, años más tarde en Ciro’s y en la última época, antes de mudarse la Feria a El Arenal, en el bar Playa.

Una foto de feria, donde se conocieron Marcos Santiago y su señora.

Una foto de feria, donde se conocieron Marcos Santiago y su señora. / CÓRDOBA

Tras 1994, con las carpas ya en el parque urbano, la comunidad romaní cordobesa se citaba para esta celebración en la caseta de Amigos de los Niños Saharauis, para pasar a centrarse desde hace casi un lustro en la caseta De Lunares, de la Asociación Romaní.

Un día marcado por la tradición, «la elegancia y el orden, que es algo que siempre ha distinguido a la comunidad gitana de Córdoba», todo ello en un ambiente familiar en donde los niños aún tienen cabida, aunque el ruido y la estructura de la fiesta en El Arenal sea tan poco propicia para ellos como para cualquier pequeño.

Y es que la comunidad gitana no es ajena a los mismos problemas que el resto de asistentes sufren con la deriva de la Feria hacia malos hábitos, como el ya descrito altísimo nivel de sonido, que impide la conversación y, es otro ejemplo, el cante a viva voz.

Raíces antiguas

En todo caso, ‘El Escaparate’ sería un legado vivo que hay que sumar a esa herencia que la comunidad gitana ha dejado en la Feria, comenzando por la propia existencia de la fiesta.

Al respecto, hay que recordar que la Feria hunde sus raíces en 1422 con la constitución del segundo mercado anual de ganado en torno a la festividad de la Virgen de la Salud. Un evento económico de primer orden durante siglos para la sociedad cordobesa, con aún miles de cabezas en compraventa en los años 40 y 50 del pasado siglo, y en el que, «sin exagerar, hubo años no hace mucho en los que el 70% de los tratantes eran gitanos», recuerda Marcos Santiago sobre esos tiempos no tan lejanos donde el ganado, especialmente el equino, era vital para el día a día y no solamente en el ámbito rural.

Por otro lado, el propio flamenco, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y como ya se ha apuntado a voz viva y sin megafonía (como debe ser), también está en la raíz de la música de la Feria. De hecho, todavía prima en ‘El Escaparate’, donde se oyen poquísimas sevillanas, que no dan mucho pie a la creatividad, e imperan los tradicionales cantes festivos de tangos, rumbas y bulerías.

Vestirse de gitana

Y todo ello sin olvidar los trajes de gitana, que nacieron como una imitación de la vestimenta más popular y que ahora son una pequeña-gran industria floreciente en Córdoba, con importantísimas firmas. Sin ir más lejos, con la gitana Juana Martín siendo la única diseñadora española que puso sus creaciones en las últimas pasarelas de alta costura de París y con firmas que sorprendieron y dejaron muy alto el pabellón cordobés en el último Simof. De hecho, para reivindicar este legado, tanto dentro como fuera de la comunidad romaní muchos abogan por llamar así al «traje de gitana», en lugar de «flamenco» y, por supuesto, antes del inapropiado y cursi término «faralaes». Una forma más de rendir tributo a una herencia con tanto peso desde el pasado como presente y futuro. Feria incluida.