REPORTAJE

El Gran Circo Alaska: Una isla de colores ambulante

El Gran Circo Alaska se consolida como espectáculo adicional a la Feria tras más de 30 años de visitas a la capital | Sustituye los animales reales en las funciones por hologramas

Con qué sueña alguien cuyo trabajo consiste en despertar los sueños ajenos. «Cuando me preguntan cuál sería mi gran sueño siempre respondo que tener una gran isla», cuenta Alberto Segura, encargado del Gran Circo Alaska desde hace más de 30 años. Es un oficio heredado de unos padres que también fueron circenses. Actualmente Segura, de Talavera de la Reina, comparte la vida ambulante con su familia. Una de sus hijas es contorsionista, la otra es antipodista (realiza malabares con los pies) y su hijo protagoniza el espectáculo de funambulismo al caminar por un alambre desde lo alto.

«A mí me gustó el circo y no tuve otra opción, pero ellos sí la tienen y aun así han elegido compaginarlo con sus estudios», cuenta el encargado de un negocio con 85 años de antigüedad. Sus fundadores, los Segura, decidieron llamarlo Alaska debido a un viaje que hicieron al estado estadounidense y del que quedaron prendados. Sin embargo, la empresa actúa a nivel andaluz y nacional, aunque los espectáculos de su trayectoria cuentan con premios como el oro y bronce en Montecarlo o el bronce en el Festival Latina de Roma. 

Los artistas de circo inician su formación a edades tempranas y se especializan en distintas variedades

Cuando finalice la última actuación prevista en Córdoba, el 5 de junio, el equipo pondrá rumbo a la feria de Badajoz y luego continuará su ruta española. Rutina poco común a la que están acostumbrados. «La gente cree que en el circo viajamos en carromato y sin comodidades, pero mira esas caravanas de allí; cada una tiene unos 72 metros cuadrados, aire acondicionado y todas las facilidades», aclara el encargado que en su vida ha visto «de todo» y aprendido «mucho de muchos tipos de personas, tanto bueno como malo», añade. Aunque jamás pensó en animales proyectados con tecnología 3D en la pista. «La esencia del circo han sido siempre los animales», declara mientras recuerda la última vez, en 2018, que una foca real entretuvo al público. 

La última vez que el Circo Alaska hizo espectáculos con animales reales fue hacia el año 2018

En su lugar recorren las gradas animales prehistóricos, orcas, ballenas azules. No es más que la adaptación a la normativa municipal y a las demandas de un público cada vez más consciente de la sensibilidad animal. En el camino se han perdido algunos puestos y ganado otros. Ahorrado un dinero, empleado otra cantidad en tecnología. Eso sí, los payasos se mantienen invariables. «Ser un payaso en esta vida no es hacer de payaso», concluye Santiago. En esa afirmación está el reconocimiento a un trabajo esforzado que comienza a edades tempranas y siempre pone la mirada en el otro. «Mi isla la tengo aquí conmigo», concluye el circense en toda su sabidutía, bajo la gran carpa roja. 

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