Diario Córdoba

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MAYO FESTIVO

Las casetas y atracciones tradicionales de la Feria de Córdoba

El Arenal conserva recintos que las peñas y asociaciones fundaron cuando la festividad se celebraba en el Paseo de La Victoria | Varias generaciones de feriantes han conservado durante décadas sus negocios en la Calle del Infierno

El Barco Vikingo desafía la gravedad cada Feria y atrae a cada vez más público. MANUEL MURILLO

Las transformaciones llegan a todos los ámbitos, incluso al del folclore. Sin embargo, todavía quedan reductos de tradición para recordar lo inamobible de algunas costumbres. En el caso de la Feria de Córdoba, varias casetas que tuvieron su espacio en los 70, en el Paseo de la Victoria, conservan este recuerdo intacto en El Arenal.

Pese a tener más de 30 años de historia, la pesca de los patitos no deja de cautivas a los pequeños. MANUEL MURILLO

Así sucede con El Círculo de la Amistad. Su armazón, sede del Mercado Victoria, nada tiene que ver con su recinto actual, aunque este conserve la solera de sus fundadores. La peña Las Matildes, fundada en el 76 por empleados de la Telefónica y cuyo nombre hace referencia a un anuncio de esta marca con José Luis López Vázquez como protagonista, se mudó al arenal en el año 94 y mantuvo en su cocina a las mujeres socias de la peña hasta el 2003, cuando contrataron a una empresa externa. Sin embargo, «el recuerdo y la esencia de los socios sigue intacta», asegura el tesorero y primer presidente de esta Peña, Juan Pablo Serrano. Algo similar sucede en la caseta Fosforito, con un recinto de mil metros cuadrados compartidos con la de las juventudes del PP en El Arenal, pero con un «ambiente cercano y familiar que mantenemos desde que estábamos en La Victoria en los 80» asegura el presidente José Gregorio.

La caseta de la Peña Fosforito mantiene el ambiente familiar de su fundación en La Victoria. MANUEL MURILLO

En lo que respecta a los conocidos como cacharritos, hay algunos tan veteranos como la historia de las generaciones que los llevan. Así lo ha vivido José Manuel Pérez Somé, quien pasó su infancia jugando en la taquilla de El Tren de la Bruja ayudando a su padre, también hijo de feriantes, a contar las fichas de los pasajeros.

El Tren de la Bruja no deja de ser un atractivo para pequeños y mayores pese al paso de los años. MANUEL MURILLO

«Luego heredé el negocio y recuerdo que antes el trenecito iba con motor y gasolina. Yo lo conducía», rememora mientras pone en marcha la atracción por control remoto. Algo similar ocurre en el caso de Mayte Rodríguez, dueña de Patitos Mayte, «el primer puesto tras la portada», comenta orgullosa. 

La caseta de la Peña Amigos de las Matildes (El Estribo) fue fundada en los 70 por trabajadores de Telefónica y pasó del Paseo de La Victoria al Arenal en el año 94. MANUEL MURILLO

Hija de feriantes, Mayte ya ayudaba a los pequeños «con la pesquita» en La Victoria y ahora recibe «muy ilusionada» a los hijos de quienes han venido durante años a su puesto. «El atractivo de este juego es que siempre hay premio y los niños son los protagonistas», añade. Desde El Látigo, una de los Murillo, los dueños, enseña una foto de la atracción pertenecienta al año 67. Sigue casi igual, con su estética retro. Lo mismo que el Barco Vikingo. Experiencias indispensables que contribuyen a crear el imaginario de la Feria. 

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