Diario Córdoba

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REPORTAJE

La caseta de ASPA, un bastión de la solidaridad en El Arenal

Cuentan con una legión de voluntarios y gran parte de los ingresos va a proyectos de cooperación

Ana Ortega y el equipo de voluntarios de uno de los turnos de este jueves. Manuel Murillo

No es la única caseta que funciona exclusivamente con voluntarios, también lo hacen las de El Esparraguero y el PCE, pero quizás sea una de las que más resuenan por la contribución que realizan a proyectos de cooperación internacional a partir de los fondos que obtienen con su instalación en la Feria de Córdoba. Entre 250 y 300 personas están implicadas con la caseta de ASPA (Judería 5), divididas en tres turnos diarios que empiezan a las 10.30 de la mañana y acaban con el cierre, casi siempre más allá de las dos o las tres de la madrugada. Según Ana Ortega, una de las portavoces, más del 50% de la recaudación irá a 8 proyectos educativos y a favor de las mujeres radicados en Bolivia, Togo, Guatemala, Brasil y Perú, y el resto, a mantener la sede y los trabajadores de la asociación. Las dificultades del montaje y el aumento de los costes generado por la inflación ha hecho más cuesta arriba de lo normal el montaje de la caseta, que pese a todo, ha vuelto a abrir sus puertas para disfrute de sus fieles. 

Asociados con Barbiana

Como la edad media de los socios de ASPA (Asociación Andaluza por la Solidaridad y la Paz) ha aumentado, este año han pedido ayuda a Barbiana, entidad centrada en talleres educativos dirigidos a la infancia y la juventud, con la que se han asociado para sacar adelante el trabajo. «Hay un corte generacional en los últimos diez años, pero recibimos ayuda de otros colectivos hermanos como asociaciones vecinales, sindicatos de educación o asociaciones de mujeres, entre otras entidades, que nos han permitido hasta ahora trabajar solo con voluntarios», explica Ortega, que destaca la respuesta entusiasta que han vuelto a tener por parte de los cordobeses y visitantes. «El primer fin de semana nos sorprendió gratamente, vino más gente de la que podíamos esperar, con ganas de bailar y disfrutar en un ambiente muy sano, sabiendo que con lo que se gastan aquí pueden participar en proyectos que ayudarán a otras personas». 

Interior de la caseta de ASPA, a la hora del almuerzo. Manuel Murillo

En ASPA, no hay aire acondicionado y es posible que no lo haya nunca. Su instalación obligaría a aumentar la inversión en el montaje y el objetivo es ser lo más austeros posibles para que lo que se recaude vaya donde tiene que ir. A cambio, disponen de una manguera que sacan a pasear por la tarde para combatir el calor del mediodía y que es un aliciente para los niños que pasan por allí. 

Mantener un espacio abierto es fundamental para ellos, máxime en esta etapa postpandemia, y ese es otro punto a favor cuando cae la noche y el ambiente refresca. La selección musical, que tiene a Juanmi a la cabeza, es otro punto a favor de la caseta. «Él tiene su equipo y desde que empezamos han sabido actualizarse y ofrecer una selección musical que gusta mucho a nuestro público y que invita a bailar y a pasarlo bien», asegura Ortega. Quizás por eso la gente repite, afirma convencida. «No queremos perder nuestra identidad de caseta popular abierta a todo el mundo». 

Este año, la inversión ha ido dirigida a mejorar la cocina, con un módulo que aísla la zona de preparación. «Después de dos años, ha costado poner la caseta en pie, pero lo hemos conseguido, gracias al esfuerzo de los voluntarios, que no solo trabajan ahora sino desde mes y medio antes», recuerda. Las puertas están abiertas a quien se quiera sumar y ayudar en próximas ediciones. «Solo tiene que llamar a la asociación y, aunque no se haga socio, apuntarse para ayudarnos en la Feria, será bienvenido».

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