Egolatría y empatía
Idealizamos todas aquellas carencias que nunca llegamos a poseer. Desde niños se van almacenando ordenadamente en esa parte lineal de nuestro maltrecho ego. Según lo avezados que seamos, tendremos tiempo de ser personas mediocres (que es lo más probable) o, ¿quién sabe? personas preparadas para disfrutar de la vida. Estas carencias, permanecerán inamovibles, en todas aquellos que no seamos capaces de ver el sentido de la vida desde la práctica de la empatía; que tanto beneficio ‘balsámico’ reporta al ser humano y a la sociedad. Involucrarnos en los avatares de nuestros semejantes, puede ser la terapia que nos libere de nuestra exigente y torpe egolatría. Conseguiremos apaciguar también, al exigente afán materialista, que casi inconscientemente, llevamos de serie.
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