Con motivo de la celebración del Domingo Mundial de la Propagación de la Fe --en el mes de octubre de 1950--, los colegios de primera enseñanza nacionales y privados se organizan para participar en los actos de propaganda del Domund y para la cuestación en la calle en favor de las obras misionales pontificias, que en aquella época trazaban como objetivo enseñar las "verdades del Evangelio" a los indígenas africanos y los indios americanos y, de manera especial, a los asiáticos. En un mundo polarizado tras la segunda guerra mundial, al "enemigo comunista" en China o Rusia se le pretendía combatir con la fuerza espiritual de los misioneros. En Córdoba, millares de católicos entregaron sus donativos a la causa en las colectas de sobre organizadas por las parroquias en la misa dominical y en la postulación callejera protagonizada por niños y niñas de los colegios religiosos, uniformados, con brazalete distintivo y, en la mano, la hucha de cerámica representando la cabeza de un africano, un chino o un indio con una hendidura por la que entraban las pesetas y los duros como limosnas.