La vida del turista no siempre es fácil. Reptar en agosto hasta Medina Azahara constituye un esfuerzo para los visitantes. Ese esfuerzo puede convertirse en titánico si además hay que esperar a pleno sol a que un autobús te recoja para llevarte del centro de visitantes al yacimiento. Si yo, que soy bicha por poco me muero, no quiero imaginar qué puede pasarle al turista. ¡Unas marquesinas, por favor!