Durante el mandato del alcalde Antonio Cruz Conde, en la década de los 50, Córdoba sufrió una intensa transformación visualizada, entre otras muchas actuaciones, en el arreglo de calles y plazas, iluminación y adecuación de lugares monumentales que cambiaron la imagen de la ciudad. Ante el empuje de las obras, la Córdoba vieja de aquellos años moría y otra nueva comenzaba a imponer su valor y prestancia.