Guerra Israel-Hamás

Alerta de los soldados españoles en el Líbano ante la posible extensión del conflicto

La evolución de la crisis en la frontera de Gaza e Israel ha activado las alarmas en Fuerza Interina de Naciones Unidas en el país ante una posible extensión del conflicto

Un casco azul español, en una vigilancia en el sur del Líbano.

Un casco azul español, en una vigilancia en el sur del Líbano. / UNIFIL

Juan José Fernández

Los paracaidistas españoles desplegados bajo bandera de la ONU en el sur del Líbano están en situación de alerta “sostenida y máxima”, confirman a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, fuentes del Ejército.

La evolución de la crisis en la frontera de Gaza e Israel impone en la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL o FINUL) una previsión crecientemente sólida de que de un momento a otro se extienda el conflicto con un nuevo foco en la zona en la que esta opera en misión de interposición.

Este jueves, el jefe de UNIFIL, el general de división español Aroldo Lázaro, comparecía en un videocomunicado para tildar la situación de “estable, pero volátil”. Las tropas de la ONU “están en sus posiciones y en faena”, aseguraba, si bien ya son tres las noches que los soldados de la base Miguel de Cervantes de Marjayún han tenido que ir a sus refugios subterráneos por intercambio de cohetes y artillería entre Hizbulá y el ejército israelí, y cuatro los días seguidos en los que se ha registrado, al menos, un intercambio de disparos en el área.

La incursión aérea de Israel sobre los aeropuertos de Damasco y Alepo este jueves incrementa aún más la volatilidad de la que habla el general Lázaro. Los cascos azules se preparan para un empeoramiento extremo de la situación.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha confirmado este viernes que "la situación es difícil, complicada". En este momento "no sabemos qué va a ocurrir", ha dicho Robles, en alusión a una posible escalada del conficto hacia la zona norte de Israel.

Los tiempos

Fuentes militares consultadas por este diario en cuerpos distintos, una de ellas con varias rotaciones en el Líbano, coinciden en señalar que es “cuestión de tiempo” la complicación de la guerra alcanzando esa zona. Su previsión: una vez iniciada la respuesta terrestre israelí contra Hamás en Gaza, la milicia palestina de Hizbulá y su patrocinador iraní se verían impelidos a abrirle a Israel un segundo frente en el norte.

La previsión de estas fuentes españolas coincide con una extendida impresión entre los observadores de la OTAN, y en el mismo sentido se manifiestan recientes análisis del Atlantic Council, que suele reflejar los puntos de vista norteamericanos en la Alianza Atlántica.

A favor de la estabilidad de la zona juegan factores estratégicos. “A Hizbulá le basta con amagar para mantener atención y energías de Israel amarradas en el norte -explica un oficial español de Infantería-. Pero si hace más que amagar, la situación pasaría a costarle un desgaste, pues provocaría el golpe de Israel”.

Pero en contra de esa previsión juega la previsión misma: “El amago de Hizbulá -explica esta fuente-, puede impulsar a Israel a un ataque preventivo para eliminar la amenaza en el norte”. Las incursiones de cazas israelís denunciadas por Siria en Damasco y Alepo irían por ese camino.

Otro detalle que empuja en contra de una abierta implicación de milicias palestinas chiítas refugiadas en el Líbano es el cansancio y desafección de la población libanesa, sometida a una profunda crisis económica, con los efectos que en su precariedad provoca la movilización palestina.

No obstante, de nuevo otro argumento juega a favor de la extensión de la guerrra: Si “Hizbulá puede abrir un frente en el norte y poner en marcha su capacidad de golpear en cualquier punto a Israel con la gran cantidad de cohetes de su arsenal -como calcula un experto observador militar ligado al arma acorazada-, esa posibilidad empujaría a Israel a considerar rentable de un momento a otro saltar la frontera con sus cazabombarderos buscando los silos y rutas de la milicia palestina.

Iniciada una guerra urbana en Gaza, la caza de Hamás por el ejército israelí podría extenderse meses, si no años; y esa prolongación en el calendario abona las posibilidades de la erupción en la frontera con el Líbano. Otra vez cuestión de tiempo.

Las áreas

Una acción más rápida y brutal "costaría más vidas palestinas, pero conllevaría para Israel el riesgo de perder el relato", explica esta fuente. Lo contrario, una operación quirúrgica pero lenta, costaría más vidas a Israel, con sus carros y comandos atrapados en la ratonera de la guerra urbana.

Bajo esos cálculos, todo un precario hilo de funambulista, patrullan los cascos azules de UNIFIL. España es una veterana y principal aportadora de hombres y material a la misión. Actualmente hay en la Blue Line (Línea Azul de interposición), que separa a Israel de su vecino del norte, 650 militares españoles. Son en su mayoría paracaidistas de la Brigada Almogávares VI. El total de integrantes de UNIFIL es de 10.000 soldados, provenientes de 46 ejércitos.

Defensa ha enviado además tropas de apoyo al Estado Mayor de la misión en la localidad de Naqura, donde los cascos azules tienen su cuartel general.

En ese puesto de mando no solo se diseñan y ordenan las patrullas de vigilancia de la Blue Line. El general de división Aroldo Lázaro “está en contacto con todas las autoridades implicadas” en la situación, indican fuentes de Defensa desde el principio de la crisis, y ha corroborado la ministra Robles. Por la gravedad del choque entre Israel y Hamás, las gestiones de toma de temperatura e intermediación son ya la misión más delicada desempeñada nunca por un oficial español en la zona.

En el sector Este, bajo mando español, las zonas de peligro que señalan las fuentes consultadas son Kafr Chouba -de donde, presumiblemente, el pasado domingo partieron cohetes palestinos y adonde llegó la respuesta artillera de Israel-, y el tramo de frontera entre Meiss el Jabal, Houla y El Adeise, hasta el que la inteligencia militar teme que podrían llegar incursiones no solo de Hizbulá, también sirias, tratando de bajar a un anejo y poblado valle israelí.

Las armas

El 24 de junio de 2007, en la aldea de El Khiam, cerca de la base Miguel de Cervantes de Marjayún, un coche bomba hizo explosión al paso de un blindado medio de cascos azules españoles. Murieron seis paracaidistas del Grupo Táctico Ligero de la Brigada Líbano. Fue el ataque más letal de cuantos han teminado sumando quince bajas mortales españolas en la zona.

El artefacto explosivo improvisado (o IED) se erige en la principal amenaza para los cascos azules. Lo será si se cumple la oscura previsión de una extensión del conflicto a la frontera libanesa-israelí. No hay forma de controlar la cantidad de explosivo que puede esconderse en zulos de todo tipo en el sur libanés. “Volverían a proliferar los IED, con los que Hizbulá podría intentar hacer imposibles las patrullas de Naciones Unidas”, calcula uno de los expertos consultados.

Pero no es ese el único peligro del que han tomado nota trágicamente las tropas españolas. Israel es también una amenaza. El 28 de enero de 2015, en las cercanías del punto 4-28 del despliegue de UNIFIL, vehículos militares israelíes fueron atacados por cohetes palestinos. La respuesta artillera de Israel mató a milicianos de Hizbulá... y se llevó también la vida del cabo Francisco Javier Soria Toledo.

En una guerra abierta en la zona, “Hizbulá puede utilizar a los casos azules como escudos humanos, para esconderse”, explica el carrista. Y eso pondría en claro peligro la continuidad de la misión de los cascos azules, al hacerse insostenible una na previsión de numerosas bajas.