El pleno de investidura de Alfonso Fernández Mañueco con el que se confirmará el primer gobierno conjunto de PP y Vox sigue sin tener fecha. En el equipo más cercano del presidente castellanoleonés dan por hecho que no se producirá hasta la próxima semana. “Confiamos en que tengan a bien convocarlo esta semana para que sea la que viene”, dicen con cierta ironía mirando al presidente de las Cortes, Carlos Pollán, del partido de Santiago Abascal. Es él quien controla los tiempos del Parlamento regional y en el PP tienen claro que el partido ultra quiere “tener protagonismo” en la semana del congreso extraordinario popular que aupará a Alberto Núñez Feijóo.

Si quisiera hacerlo antes aún podría ser esta semana. Hace falta convocarlo con 48 horas de antelación, pero los populares desconfían. La idea inicial en el PP era liquidar la investidura antes del cónclave. De hecho, las prisas por cerrar el acuerdo total antes de que el presidente de la Xunta llegara al liderazgo nacional tenían el mismo objetivo: librar a Feijóo de la paternidad de un pacto de coalición que supone un punto de inflexión para el partido al abrir a Vox las puertas de la gestión. Además, la formación de Abascal celebra su asamblea general ordinaria el próximo viernes, donde su líder dará cuenta a sus militantes de la actividad del partido el último año.

El candidato a la presidencia nacional del PP se ha escudado en este periodo de interinidad para delegar en Mañueco las negociaciones, insistiendo en que él todavía no era el líder del PP. Todo ello a pesar de que la anterior dirección de Pablo Casado y Teodoro García Egea defendían con vehemencia dejar fuera de todos los gobiernos a Vox, entendiendo que meterlos en un ejecutivo supondría “igualarlos” y darles una carta de presentación de la que hasta ahora no disponían. 

La desconfianza imperó en las semanas de conversaciones en Castilla y León y, por eso, Vox se empeñó en cerrar el acuerdo de la Mesa de las Cortes al mismo tiempo que el Gobierno. Se estableció que Juan García-Gallardo sería el vicepresidente de Mañueco (sus competencias están aún por delimitar) y que Vox tendría otras tres carteras. Agricultura es uno de los objetivos del partido ultra, que pretende ahondar en su influencia dentro del campo.

Aunque aún no está claro el reparto, el PP advierte que las carteras de peso recaerán en su formación, incluida la portavocía del gobierno tras la experiencia que tuvieron habiéndosela cedido a Ciudadanos la legislatura pasada. “Fue un error que no repetiremos”, dicen los populares.

La intención de los populares era retener la presidencia de las Cortes (incluso Feijóo dijo en un acto público que el partido ganador debía estar al frente del Parlamento) porque, entre otras cosas, es el cargo institucional más importante y controla los tiempos y los debates parlamentarios. Pero Vox se negó en redondo y dejó claro que la presidencia de las Cortes iba incluida en el ‘pack’ del acuerdo del gobierno o Mañueco no sería investido presidente. En la formación conservadora hay pocos dirigentes que defienden que haya sido “un buen acuerdo” y la mayoría de los consultados por este diario insisten en que “resultó más beneficioso” de lo previsto para Vox

Alfonso Fernández Mañueco y Juan García-Gallardo. EFE

Ahora se lamentan de que Carlos Pollán sea quien decida cuándo convoca el pleno de investidura. Una vez desvelado el acuerdo, el PP tenía interés en dar carpetazo cuanto antes y que el Gobierno eche a andar. Pero Vox ha decidido templar la situación y dejar correr los días. Todo ello coincidiendo con la semana más importante para el PP en mucho tiempo. El congreso de este fin de semana en Sevilla terminará con la etapa de Casado en la presidencia del PP y abrirá el tiempo, finalmente, de Núñez Feijóo.

En el entorno de Mañueco aseguran que la distribución de carteras está retrasando el acuerdo pero, reconocen, que “Vox quiere el protagonismo” en el congreso del PP. Dan por hecho, por eso mismo, que no habrá investidura hasta la semana que viene. De esta forma, consideran que se hablará del futuro pacto en esos días en Sevilla y que se confirmará la coalición como la primera gran decisión de Feijóo.

Como publicó este diario, el partido de Abascal no ve con malas perspectivas la llegada del gallego a la presidencia popular. De hecho, en el núcleo duro de Vox reconocen que las relaciones con Casado “no podían ser peores” y que el pacto en Castilla y León, sumado al talante de Feijóo (que les abre un espacio importante por la derecha) les obliga a afrontar el escenario con más optimismo del esperado. En el PP reniegan de esa idea y dejan claro que Feijóo da el salto para ensanchar las bases populares y recuperar gran parte del voto perdido. 

Gestionar la política de pactos con Vox es uno de los retos más urgentes que tendrá encima de la mesa el aún presidente de la Xunta, teniendo en cuenta que algunos territorios reniegan de que sea una “excepción” y miran aliviados el tablero de 2023 pensando que podrán reeditar la fórmula de ese acuerdo en sus comunidades y ayuntamientos.