Jornada final y con doble sorpresa de la primera ronda de contactos emprendida por Felipe VI en torno a la investidura. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, abrió el día ofertando un Gobierno con PSOE e IU en el que él pondría varios ministros --incluyéndose como vicepresidente y al catalán Xavi Domènech como responsable de una cartera plurinacional-- y una densa hoja de negociación con todo tipo de asuntos, también el referéndum en Cataluña, pero "sin líneas rojas". Golpe de efecto y con efecto, hasta el punto de que noqueó a un Partido Socialista que tuvo que sobreponerse de la impresión causada por el anuncio como pudo y precipitó que Mariano Rajoy diera un paso al lado para declinar, al menos por el momento, el encargo de investidura. Pese a que Felipe VI se lo llegó a proponer.

Cierto es que Rajoy llevaba días deshojando la margarita y que una parte relevante de su partido no entendía que su jefe estuviera dispuesto, como había sugerido, a someterse a un primer intento de ser investido. A algunos cargos populares les espantaba que fuera sin avales "a un aquelarre", y abogaban por la renuncia o por ganar tiempo para forzar a que Pedro Sánchez se expusiera al Congreso ya y se "quemase". Hasta la últimamente silente Esperanza Aguirre levantó la voz para instar a su líder a ceder la presidencia del Gobierno, si era la condición para lograr un pacto con PSOE y Ciudadanos que impidiera a los morados tocar poder.

Rajoy, esta vez sí, ha escuchado el quejío de compañeros. Se aferra a una petición de tiempo muerto en un partido definitivo para España, para él y su futuro político y que tiene dificil ganar. No lo oculta. Pero no se da por vencido o busca sustituto/a. Busca ahora aplazar la cuenta atrás para repetición de elecciones. "En estos momentos no sólo no tengo una mayoría de votos a favor; tengo una mayoría absoluta acreditada en contra", planteó en la Moncloa. Declara, pues, el presidente en funciones la guerra de los relojes y maniobra in extremis para forzar otra ronda de negociaciones que, inevitablemente, coincidirá con la segunda ronda de contactos que abrirá el jefe del Estado. A partir del miércoles.

Tras este frenético viernes de enero el país queda en pause . El equipo de Pedro Sánchez intenta recuperar e imponer la calma dentro y fuera de sus filas. No será fácil. Todos los ojos se fijan ahora en el secretario general del puño y la rosa. Toma vigencia el dicho hay miradas que matan (políticamente) o quisieran hacerlo. La presión le llega por la derecha (PP y C's) y la izquierda (Podemos e IU) del arco político. Por el franco diestro y siniestro de su propio ejército, lo más peligroso, y en vísperas de un comité federal fijado para el próximo sábado 30.

"Se parece la oferta de Iglesias mucho más a un intento de humillación al PSOE que a una voluntad real de negociar nada",