Lo apunté el jueves y el CIS lo confirma. Mariano Rajoy ganó el debate del estado de la nación. Lo dice el 34,6% frente al 7,7% (Alfredo Pérez Rubalcaba) aunque un 39% cree que no ganó nadie. Y en algunas preguntas hay más empate. Para los encuestados, Rubalcaba conoce mejor los problemas del país y tiene más sensibilidad. Rajoy supo dar la sensación de un Ejecutivo fuerte y firme en sus decisiones (30%) mientras Rubalcaba solo logró comunicar que el PSOE está preparado para gobernar al 10%.

Rajoy transmitió poder mientras que Rubalcaba --es la realidad-- es el líder de un partido que tuvo que adelantar elecciones y cambiar de candidato. Que huyó como perdedor. Y aunque el desgaste del PP --crisis y Bárcenas-- es alto, solo lleva un año gobernando.

A los ciudadanos no les convence (un 39% dice que no ganó nadie), pero se curró el derecho constitucional a acabar la legislatura. Aunque la calle protestará porque la situación es mala y los errores muchos.

Rajoy tuvo aciertos. El primero, reconocer, de entrada, el drama de 6 millones de parados. El segundo, apoyarse en datos serios (descenso de la prima de riesgo, equilibrio de la balanza corriente y reducción, algo falseada, del déficit público) para sembrar un poco de confianza. El tercero, recurrir a aquello de que la mejor defensa es un buen ataque. La economía va mal por José Luis Rodríguez Zapatero. Bárcenas (al que ni nombró) no cuenta porque el PSOE fue culpable de Filesa.

El pasivo del líder del PP es que confunde y mezcla datos con propaganda. Dijo que el paro se estaba corrigiendo y la destrucción de empleo del 2012 (837.000) es bastante superior a la del 2011. Rubalcaba falló al no desmentirle ipso facto. Lo hizo un día después pero mostró falta de reflejos económicos (no es obligada) pero también, más grave, que carece de economista de guardia. ¿Qué hacía Valeriano Gómez? Y al día siguiente también el comisario Rehn corregía a Rajoy. El déficit no era del 7% sino del 10,2%. Y Bruselas, mosca, ni se lo acaba de creer. Claro, el 10,2% suma el coste de las ayudas bancarias como el PP hizo con el de Zapatero del 2011.

Rajoy se defendió bien pintando de rosa su gestión y de negro los fallos anteriores. Pero el futuro económico es muy incierto. Necesitaría pactar mucho y su autoritarismo (que le hace aparecer firme) rompe puentes con el PSOE, con CiU y con el PNV.

No nombró a Bárcenas, pero debe convivir con él. Que el tesorero del PP ahorre 22 millones en Suiza es difícil de tragar. Todavía menos que pese a haber sido despedido en el 2009 por la Gürtel continuara cobrando un pingüe salario (y dado de alta en la seguridad social) hasta hace poco. La sombría sospecha de que Bárcenas puede chantajear mucho es alargada. Venció --en parte porque Rubalcaba, que parece malo, debe tener algo de Teresa de Calcuta-- pero ayer el juez retiró el pasaporte al extesorero.

Y Cospedal daba extrañas explicaciones sobre su estatus laboral desde el 2009. Como apuntaba un tuit de Coscubiela, siempre agudo aunque excesivo, muchos querrían el "despido diferido" de Bárcenas, perder el empleo y seguir cobrando. Y ahí me temo que Rajoy solo puede hacer lo que hace. Enrocarse y cruzar los dedos. Malo para el PP, malo para todos.