andaluza de Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, y la diputada por Murcia María González. De hecho, el lendakari Patxi López cree "trascendental" el congreso de Sevilla, y lo comparó con el de Suresnes, en 1974, que llevó a Felipe González al liderazgo, porque el próximo fin de semana deben "colocar los cimientos de la nueva transformación de los socialistas". Y si Navarro dijo que Rubalcaba es la persona "que da confianza y seguridad", López añadió: "Los socialistas vascos saben que Alfredo no nos ha fallado nunca".

González, que se consideró "parte de la derrota", alertó del riesgo de enzarzarse en disputas internas. "La reforma que merecería la pena hacer en el partido es un artículo en los estatutos que dijera "queda prohibido hablar de problemas internos en las agrupaciones salvo una sesión al año. El resto hay que hablar de los problemas de la gente". También Rubalcaba, que dijo de los cuatro dirigentes "este es mi partido, este es mi equipo", advirtió de que "el PSOE no puede pedir tiempo, tiene que decirle a la gente que lo está pasando mal por la crisis que existe un proyecto de gobierno desde el primer día".

El acto tenía carácter "intergeneracional", porque asistieron desde la joven diputada González, de 32 años, hasta el veterano expresidente Felipe González, a punto de cumplir los 70. Pero Felipe también quiso zanjar ese debate generacional: "Yo vengo en representación de los jóvenes, de las ideas nuevas que necesitamos, porque juventud es no conformarse y es rebeldía empezando por uno mismo", afirmó.