Fernando Donaire ocupa la dirección titular del Colegio Virgen del Carmen, que celebra su 70 aniversario instaurado en la ciudad. Este fraile carmelita comenzó su relación con Córdoba en 1991, realizando su Postulantado y, después, en dos etapas dirigiendo ya el centro: de 2005 a 2014 como director general y, la actual, a partir de 2018, como director titular.
¿Ha encontrado diferencias entre sus dos etapas en el colegio?
Todo va cambiando: alumnos, sociedad, etc. Lo que más se nota es la estructura de gestión, más pormenorizada y con una exhaustiva política de control de toda la actividad del colegio. Es una continua profesionalización de la labor docente. Eso tiene cosas buenas, porque ayuda a poner en orden toda la docencia pero, al tiempo, requiere una amplia dedicación de gente que no es profesional de esta acción gestora.
Tras 70 años ¿qué permanece y qué ha cambiado del centro?
Algo que se mantiene es el clima de familia y de cercanía . Esa conciencia familiar se crea y nuestro alumnado y familias lo saben percibir. Esto está unido a nuestro ideario y perdura. En cuanto a cambios, el proyecto educativo es lo más reseñable. Se está apostando por una enseñanza no exclusivamente magistral; que haya una acción colectiva y un mayor protagonismo de los alumnos, apostando por la pedagogía por proyectos y por nuevas metodologías.
¿Satisfecho con su equipo?
Contamos con un claustro joven, que se ha renovado en la última década, lo que posibilita la asunción de las nuevas metodologías, fundamentales para llegar a los alumnos de hoy en día y facilitarles un aprendizaje significativo y competencial que les sirva en el día a día. Personal docente somos unos 85 y unos 30 de personal no docente. La plantilla total, unos 115 personas. Un gran grupo.
¿Qué papel juegan los religiosos en el Virgen del Carmen?
Somos 7 frailes que formamos la Comunidad de San Cayetano y 4 de nosotros estamos implicados en el centro: dos dando clase reglada y otros dos implicados en labor de pastoral educativa y de apoyo en otras actividades del centro: apoyo en el oratorio, comuniones, confirmaciones, etc. Los laicos se integran también en esta parcela.
¿Con qué quieren que se queden del colegio tras siete décadas de historia en Córdoba?
Que los alumnos se lleven una experiencia bonita. Que nos recuerden por ser un espacio donde han aprendido y han vivido importantes momentos de su vida. Que nos recuerden con cariño y digan «el colegio es mi casa, es mi hogar». Hemos de hacer, entre todos, el trabajo de convertir un espacio obligatorio en un lugar positivo y de grato recuerdo.
¿Deseo del padre Fernando Donaire para el futuro del colegio?
Que el colegio siga la senda de innovación y consolidemos el nuevo proyecto educativo. Y que no vivamos de espaldas a la realidad, debemos de estar abiertos a empaparnos de lo que sucede y vivirlo como un regalo. Hay que mirar al futuro como posibilidad de aprendizaje y ver la realidad como parte de esa enseñanza continua que hacemos. Ser inclusivos y saber acompañar, dando al alumnado lo que necesiten y les resulte útil en su proceso de crecimiento.
