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UNIVERSIDAD / LOS PROFESORES

Escalada docente

De las máquinas de escribir y los pesados manuales, a los portátiles y plataformas digitales que enriquecen la labor diaria en las facultades. Varias generaciones de catedráticos y profesores universitarios se han visto inmersos en un constante cambio que, sin duda, les ha hecho evolucionar día tras día

Escalada docenteMANUEL MURILLO

Hace 35 años, Internet no había llegado a la Universidad. Empezaban a aparecer los primeros ordenadores en los centros docentes y entre estos cambios que empezaban a iniciarse los profesores de la Universidad de Córdoba se bastaban de máquinas de escribir, folios, cuadernos y algún sencillo proyector para que sus alumnos se convirtiesen en profesionales. Esos mismos catedráticos y docentes que entonces empezaban su andadura, hoy, después de haber experimentado cambios que no llegaban a imaginar, conviven con generaciones nativas digitales y que han crecido con Internet, además de con una pandemia que les ha obligado a avanzar y actualizarse más, si cabe, para continuar a la altura de las exigencias. 

En los años 80, la Universidad no contaba con apenas ordenadores, lo que había, según cuenta el catedrático de Arqueología, Carlos Márquez, eran máquinas de escribir manuales y eléctricas para poder realizar los trabajos de clase. Las clases se impartían con pizarra y tiza, utilizando como apoyo herramientas como proyector de diapositivas para comparar imágenes y, con papel y lápiz, los alumnos tomaban apuntes al igual que ahora lo hacen en ordenadores. La diferencia es que los temas que ahora se suben a las plataformas digitales en aquellos años se consultaban en manuales de biblioteca o que las propias familias adquirían. Una dinámica que siguen hoy en día muchos profesores, ya que los más ilustres editan sus propios manuales. Hoy en día, gracias a las pizarras digitales, el profesor llega al aula con su pen o entra en su perfil y solo con abrir el archivo en el ordenador ya lo puede visualizar toda la clase. «Es enriquecedor que cuando cito algo, rápidamente el alumno lo busca y lo consulta con su propio ordenador», comenta el docente.

En los últimos años, la UCO ha avanzado en medios y ha facilitado la entrada de los jóvenes

«El covid ha demostrado que la Universidad puede reaccionar magníficamente, creando las aplicaciones necesarias», afirma el catedrático, siendo también crítico, ya que «la cosa no siempre ha funcionado bien, a veces se caía la red, pero cuando nos obligaron a quedarnos en casa y dar las clases on line, las dimos». En este aspecto también se muestra el salto generacional que se ha producido en las últimas décadas, de forma que los profesores más jóvenes han sabido dominar desde el primer momento las herramientas necesarias, mientras que los más veteranos han tenido que esforzarse el triple para dominar las clases en diferido. Algo que «ha creado relaciones muy bonitas, era un forma de devolverle a los más mayores todo lo que habían hecho por nosotros, muchos de ellos nos han formado», sostiene María Ángeles Risalde, una profesora de Anatomía Comparada de reciente incorporación. 

Jerarquización

Pero la Universidad, no solo ha ganado en medios tecnológicos, también a la hora de acceder a ella como profesional. «Antes el profesorado entraba y era muy jerarquizado y al igual que hoy día puede ser profesor titular o catedrático todo el personal de un departamento porque así lo estime oportuno la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), antes había solo un catedrático y varios profesores titulares y esa jerarquización mermaba mucho la carrera del personal», señala Márquez. Con este modelo que combina oposición y profesorado acreditado por la Aneca, se ha incrementado el número de personal dentro de la UCO, llegando a superar en la actualidad los 1.400 docentes dentro de la institución. La profesora María Ángeles Risalde también califica como positivo el avance en cuestión de investigación que ha experimentado la UCO. Desde que terminó el doctorado hasta que llegó a la Universidad como docente, en el año 2018, ha notado un mayor volumen de incorporación del profesorado joven. «Las políticas universitarias que se han llevado a cabo en este sentido han dado muchas posibilidades como la realización de proyectos propios», indica Risalde. Mediante una serie de becas que están llegando se incentiva, también, la incorporación del alumnado de último año a la investigación «y eso nos nutre de esa semilla joven que, al final, nos hace crecer», destaca la profesora. Esto se enfoca en la atracción del talento, son generaciones de profesionales que han viajado a otros países, a otras instituciones, aprendiendo otros conocimientos y que innovan. «Eso hace que la Universidad no esté tan encasillada y que se mejoren las metodologías de trabajo de cada departamento». Por otro lado, ese conocimiento que se ha buscado fuera hace que se creen lazos internacionales. «Son nuevas ideas, posibilidades de trabajar en proyectos...» que enriquecen a toda la comunidad, según la docente. 

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