Hace ya tres años que un grupo de profesores de este instituto de Fátima observaron que en el centro existía un clima disruptivo, con alumnado expulsado de las aulas. Fue éste el germen que les llevó a organizarse y, con el apoyo del equipo directivo, dieron forma a un plan de convivencia específico. Rocío Ordóñez es la coordinadora de este proyecto específico que, a su vez, se enmarca dentro del Plan de Convivencia general del centro, coordinado por Rosario Muñoz. Tal y como explica Ordóñez, en el proyecto se crearon varias iniciativas que, a día de hoy, están dando resultados muy satisfactorios. De este modo, pusieron en marcha un aula de convivencia, alumnos mediadores y un programa de carnet por puntos. «Desde su implantación se ha reducido el número de partes de incidencia, expulsiones y hay menos jaleo en los pasillos», señala. Pero también observaron que dichas medidas no llegaban a un grupo reducido de alumnos con características especiales. «Son chicos y chicas absentistas, con muchas asignaturas pendientes, repetidores que, por edad y lagunas académicas, no obtendrían el título de la ESO», apunta la docente. La solución vino de manos de una asociación de educadores sociales llamada Barbiana, especializados en trabajar con este tipo de alumnado. Señala la profesora que «además de orientarnos en cómo afrontar el proyecto de convivencia, dos horas a la semana comparten con los alumnos un taller de valores con un resultado espectacular». El próposito de dicha acción no es otro que proporcionar a estos jóvenes materia práctica, más allá de lo puramente académico.

objetivos/ El proyecto busca que el alumnado se matricule y pueda acceder con garantías a la Formación Profesional Básica, con la que adquieren unas competencias mínimas profesionales que les permitirá trabajar y también obtener el título de la ESO e, incluso, continuar estudiando. En esas dos horas de taller, el alumnado comparte clase con un aula de 2º de FPB, donde trabajan cocina y restauración, asignatura que imparte Ordóñez.

«Lo increíble del proyecto ha sido la fusión de ambos grupos, unos ayudan a otros. Tanto es así que los que no asistían a clase y suspendían ahora lo hacen con gran motivación, recuperando materias pendientes. Incluso realizan servicios de sala en el comedor», expone la coordinadora, quien añade que «han encontrado una meta significativa».